Pero ella no ve nada, la luz no llega hasta su ventana, y cuando el sol está a punto de caer y los pájaros ya no cantan, ella no ve nada.
No ve a los niños pisoteando entre juegos los embriones que florecen, que pueblan los paisajes de la guerra. La carne quemada y los escombros lo manchan todo. Y no ve los esqueletos ardiendo en los carros de combate, el humo que sale, ni las colas de indigentes en busca de pan; ni a los francotiradores que les disparan apostados en lo alto de viejos templos (agujeros y paredes que se escaman).
Sara no es capaz de ver todo esto pero sueña postrada en la cama, sueña que vuelve a correr por la playa, salta sobre pequeñas olas y se tuesta lentamente bajo el sol, cosa ya imposible: por el agujero de la capa de ozono, por la contaminación, porque es vieja, ciega e inválida…porque una mina, aquella mañana de primavera que ya olía a pólvora, le explotó bajo los pies; su sangre y su sudor se mezclaron con la grasa del asfalto y Sara cayó al suelo; con la cara roja la espalda rota y el alma atemorizada.
Ahora mismo se pudre en su desconchada habitación de hospital, mientras la ciudad poco a poco se suicida, lo hace con tremendo llanto: el patriotismo, el ardor guerrero y todas esas mierdas.
Pero ella no ve nada; es feliz de un modo extraño en su ignorancia...
(antes del 2002, creo)
PS Publicado por primera vez en el blog el genio de la multitud (extinto, creo) y escrito en la vieja y difunta ETP de Olivetti. La foto es una puta mierda pero a mí me gusta.