Es curioso el efecto que tiene la literatura de Alberto Masa sobre mí, me da muchas ganas de escribir, de hacerlo desde él, y no desde mí, sino de él para mí. Me impulsa a transfigurarme en Masa, perdido en Brunete, perdido en Madrid (en tiempos borracho), perdido en el mundo, dentro de un psiquiátrico, devorando a un pajarito vivo que es el mismo Dios. Ninguna literatura me influye de ese modo, leer a Masa es como leerse de golpe TODA su biblioteca, y claro, siendo una biblioteca alrededor de la cual se construyó su casa, porque primero fueron los libros, un millar quizá, y después vinieron las paredes de ladrillo, los suelos de tarima y la cocina donde habita su pájaro Charly; siento un empacho literario que debo sacar. He de reconocer que desde que leo a Masa soy mejor escritor. Aunque me aguanto las ganas y me quedo en mi rincón, me tiene a su merced desde que comenzó el combate. Es tanto lo que ofrece este tipo en sus libros, este hombre de dedos torcidos, al que tengo la suerte de que me permita la cercanía de llamarle bro, después de una coma de vocativo, es tanto lo que ofrece con su aspecto desaliñado, porque está leyendo biografías, porque está escribiendo cuentos para empacharme y, que yo mismo, escriba un poco mejor, porque está escuchando unos quinientos discos de jazz. Probablemente estemos hablando del más auténtico escritor de este país de mierda, porque lo hace desde la necesidad de no caer en una nueva pesadilla, porque lo hace desde un ser que es LITERATURA, Masa escribe como respira o respira como escribe. Hay una identificación directa entre Alberto Masa y la literatura. Alberto Masa ES literatura. Un chute de la NARCO-literatura de la más pura que se puede encontrar, directa desde el cajón más oculto de Kafka, de las frases que nunca se atrevieron con Bolaño, de autores que ni siquiera conocéis. Masa es el mejor dealer de literatura que podríais encontrar, olvidad al trillado Vila-Matas. Es capaz de escribir una oda maravillosa a una maravillosa cabra, y después, golpearte con una emotiva narración sobre su amigo (Héctor) fallecido. Y, si fuera droga lo suyo, que a veces lo parece, sería una muy adictiva y cruel. Lees unos relatos y te llenas de literatura; los riñones de Masa no filtran el talento ajeno, sus suprarrenales producen la más espídica (y loca) adrenalina..., entonces sucede que toda esa literatura TE golpea en la boca del estómago, los pulmones se vacían de aire, y tienes que ascender de esa sima de profundidad abisal y salir a golpe de palabras. Porque te acaba de aplicar la tortura de la brea y las plumas. La literatura y las palabras que, ahora sí, y gracias a lo leído pueden salir sin pudor, sin que quepa el error. Todo para huir del horror de no ser él, de no poder escribir como Masa, porque sabe cómo hacerlo, sabe cómo escribir y acertarte en el centro. Después de leer a este hombre de dedos torcidos nada sabe igual. Hay dos tipos de escritores en este país de mierda: el resto y Alberto Masa..., el cabrón es el primus inter pares de la literatura española.
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