abril 12, 2023

una vez lo hice más o menos

lista de las pelis pendientes para 2023:

 
 
Tus labios rojos desenfocándose
 
antes de romper por debajo de mi nariz/ 
 
un montón de insertos de risas y
 
caídas al suelo/ 
 
que tomes agua cuando me de la sed/ 
 
 
 
Y volver a ver Amor a quemarropa: you're so cool

 
 
 
Repite conmigo: erotómano, erotómano, erotómano/
 

julio 01, 2022

Nosebundo Inducido Por Sustancias (Versión micro-machine)

PREFACIO

¿Soy Jack Torrance en El Resplandor de Kubrick? 

Me cago en todo, ¿cómo me puede estar pasando lo mismo otra vez?

                                                                            I

Páginas escamadas de celulosa bajo la luz de una lámpara anti-insectos, es verano y tengo un brote psicótico. La ideación paranoide me empuja a cerrar todas las puertas, funcionan tanto de barrera como de alarma, las bisagras crujen en esta casa. Hay losas sueltas en el patio, manchas de humedad que levanta la pintura del enorme salón, hay puertas baratas hinchadas que no encajan en sus marcos desnivelados. 

(Esa fricción en todas las articulaciones de la vieja casa funcionaría perfectamente como una metáfora del cerebro desquiciado que me ocupa, que extiende un cuerpo hacia fuera para relacionarse con la cosa)

                                                                            II

Entonces un miembro fundador nos pasa textos de Hakim Bey y tomamos notas con los dedos tiznados de café molido (las cafeteras están echando humo todo el tiempo aquí) y hacemos nuestras cosas; ya sabéis qué. 

                                                                            III

Al final La Tormenta lo ocupa todo, no dolió tanto, está bien. Una caja de cartón, llena hasta arriba de cuadernos y papeles mecanografiados, arde alimentándose de la flor más grande y apestosa de este mundo. Se abre tan despacio, el cartón retrocede ante la luz, se arruga y retuerce, está brotando. Yo la miro. Ahora mismo ese montón de basura está amaneciendo. Buen día, una ducha, un café. 


EPÍLOGO

SoL

(Soy un niño y) me voy a jugar a cualquier otra cosa. 





febrero 02, 2022

Igniciones de novela, volumen primero

«Aquí tenemos a un estudiante practicando sus lecciones. Lanza sobre un cubo de basura naranja el tapón rojo de una botella de leche. A medio metro. El tapón vuela sobre el cubo como un platillo volante. Lo vuelve a intentar. Idéntico resultado. Examina el tapón y ve que uno de los bordes está aplastado. Lo endereza. El tapón cae ahora en el cubo dócilmente. Cada objeto que usted toca está vivo, con la vida y la voluntad que le comunique.»

¡Exterminador!, William S. Burroughs (1966)


«3.

La música ha cobrado gran importancia. Es la música que jamás suena igual, la música sin canciones que propone laberintos y da respuestas, posibles veredas que tomar. Antes me daba miedo elegir y la música mandaba; ahora lucho contra el miedo y mando yo. Aunque tampoco es mandar el verbo que define lo que antes hacía la música, lo que ahora hago yo. Podría ser dirigir. Ahora dirijo yo. O conducir. Ahora conduzco yo. Pero no, el verbo más adecuado sigue siendo escribir. Sí, ahora escribo yo

No tiene nombre, Estanislao Orozco (2009) 



Igniciones de novela, volumen primero

enero 25, 2022

Mi fondo de navegador es un montón de cafeína, los dedos torpes fallando más de lo que pueden, debería escribir, escribir, escribir. Tal vez desnudarme y subirme en cuclillas a la silla y encorvarme sobre el ordenador. Dejar que me ilumine la piel de cadáver como a una gárgola medieval. Todo piedra vieja y sonrisa. Dejad que haga el mal con la palabra, el daño al no nato, el surco en la cabeza de la novia, el reír obsceno del juez gordo y fascista mientras dicta sentencia. Oh, señor, déjame ser el canto último del embrión en los paisajes de la guerra, déjame cabalgar de nuevo, déjame respirar agua en contra de todo lo aprendido entre primates y caníbales. Si el padre dispara el hijo debe apartar la cabeza. Dientes afilados en los huesos del cráneo. Me pierdo entre un montón de palabras, que de compactas, me lapidan. Me he construido una tumba, una vez más. Dejo la escritura para otro momento.

El dolor me asalta desde el pasado. Veo como mi avatar es maltratado constantemente por pandilleros navajeros.

Extracto. 

enero 17, 2022

INGRATO OFICIO EL DE CONSPIRAR

 

«Su bondad les provee de todo lo que puedan necesitar...»


Se cuenta entre murmullos en las salas de espera de salud mental, se narra en cuadernos de notas donde se grita a voz en cuello toda la verdad que el oficio de conspirador es propio de seres dolientes. Lo que comienza siendo un acto de cooperación más cercano a la pertenencia a una ONG, acaba por obsesionar a los conspiradores.

Ingrato, ingrato es el oficio de conspirar.

Y nada queda al final, salvo la inmensa pena del fracaso o la inmensa pena del éxito, de haberlo visto y hecho. Sucios conspiradores.

Todo comienza con largos domingos. Con una lesión en la cancha de fútbol sala, con un despido y el regusto, ya demasiado amargo, del vino en el fondo de la garganta. Todo comienza con la depresión y el vacío. Los conspiradores, aún sin serlo, se fijan en una octavilla que publicita la conspiración como forma de apoyo a la comunidad. Los pasos a seguir son sencillos: rellenar un impreso y presentarlo en un estanco junto con el Certificado de Legados y Penales que también se puede obtener allí mismo.

Entonces, los seleccionados reciben una carta de agradecimiento y comienzan a llegar los informes.



Estimado Sr. Fulano, Estimada Sra. Zutana:


Bla, bla, bla, ha sido usted seleccionado/seleccionada para formar parte del decimoctavo grupo de conspiración ciudadana de su zona. Muchas gracias por su colaboración en los procesos de reeducación ciudadana del agente contaminante. Esperamos que el oficio le sea grato y que el proyecto solucione los problemas detectados en su localidad.


Reciba un cordial saludo del Coordinador de Bondad Ciudadana. Una vez más, gracias.


Recibirá los informes en breve.


Suerte.


Firma de Mengano.


Sello del departamento de Coordinación de Bondad Ciudadana.

Fin del primer informe. Tono impersonal.

El primer informe que recibió Yolanda, y así sería en lo sucesivo, no eran más que cuatro fotografías. Al contacto con el sobre sintió un escalofrío...

La cara del agente contaminante se rompía de lado a lado y de izquierda a derecha en un odio sincero mientras -la foto estaba algo emborronada por una obturación lenta- giraba la mirada y arrastraba el desprecio desde la cara de su pequeño a la botella del alféizar. Al fondo de la instantánea, la mujer sostenía una niña aún más pequeña. Alcohol y cigarrillos. Le recorrió un escalofrío. El agente contaminante está sentado en el sofá con las piernas abiertas, procurando ocupar todo el espacio que podía y algo más. Dando un manotazo al aire y mandando callar a su mujer. Escalofrío. Sólo eran cuatro fotos de un alcohólico, sólo eso, pero los niños lloraban en todas y la mujer tenía expresión de derrota. El agente contaminante arrojaba las cenizas de sus cigarrillo directamente al suelo del salón. En la última aparecía con el uniforme de la empresa municipal de conductores de autobuses urbanos, los faldones de la camisa a medio meter. Un conductor de autobús que bebe.

Guardó las cuatro fotos en el sobre y el sobre en su carpeta de trabajo. Salió del zaguán y se encaminó a la facultad. Otra mañana corrigiendo exámenes.

SEXO

Y nos convertimos en máquinas expendedoras de placer el uno para el otro. Olvido el penacho recortado del pubis y los labios rasurados y me centro en comerme ese coño a boca llena. Házmelo, dice. Déjate hacer, digo. Carne e ideas. Los cuerpos piden un estímulo tras otro; hay que ir escalando, deslizándose hacia arriba por la curva de placer, alcanzar un pico y estremecerse... dámelo.

Juguetea con ese pezón, lame el glande, muerde el cuello... Rózate con su piel recién exfoliada y disfruta del tacto de sus tetas, del tacto de la yema de sus dedos que rasca alguna respuesta química en forma de premio. Fóllame. Nos convertimos en la máquina conectada al cerebro del otro. No hay cables que lleven a un electrodo que se hunda en la carne y descargue sobre el blando cerebro un chorro de electrones que terminen por confundir la actividad eléctrica en química. No hay cables, ni cortes en la parte frontal de la piel que se tensa sobre el cráneo, no hay cables que nos unan y nos electrocuten; son mis dedos que entran en su boca que pide lubricar mi índice y mi corazón para que entren mejor en su coño. No hay cables, ni cuchillas, ni mallas conductoras que tiran hacia arriba de los pelos de la nuca por la tensión... No me están hurgando en el cerebro ni las batas blancas ni el olor a desinfectante; porque no hay cables, sólo piel.

Y entonces entran en juego los sistemas de ventilación, nuestros cuerpos necesitan ventilarse para no arder demasiado en el proceso. Embisto con la cadera, recibe mi embestida amortiguándola con la suya. Es así de fácil, pura mecánica. El aire nos utiliza como conducto por el que viajar. Me follas. Te follo. No hay nada más. El aire entra y sale a voluntad, nos circula. ¿Alguna vez habéis reído a carcajadas durante el sexo? De pura dicha reímos: es un resorte bioquímico que nos premia por hacer caso a nuestros imperativos. Orden cumplida, dame boca, orden que se transforma en risa. Ella tiene los ojos golfos y se le tensan los músculos bajo la piel. Ella acaba con un estertor, se le arquea la espalda y oculta la cara y aprieta los ojos y enrojece. Se oculta la cara para correrse bajo la almohada, pero yo la retiro con algo de brusquedad y exijo mi premio. Orden cumplida. Acabo -ya con mi premio- sin demasiada contundencia, pero acabo. 

Y me pongo en modo pausa. Ella también está en pausa. La orgía de información ha terminado. 




Hecho 0. 

diciembre 16, 2021

RUIDO

Mis vecinos ya no conspiran porque han enloquecido napoleónicamente. Arrojan balones deshinchados de fútbol y anillos de oro sólo para tener una excusa buena para entrar en la casa. Llaman a la puerta de madrugada y dicen que se les ha caído un anillo dorado, que si pueden pasar adentro. A lo oscuro de mi cueva. Les cierro la puerta y vuelven con sus bebés en los brazos para generar confianza. Vuelvo a cerrar la puerta. Mis vecinos (los mismos que crearon los gallos electrónicos) han conectado altavoces en todos los telefonillos del barrio, me entero de todas las conversaciones, enloquezco. Es un plan a seguir. El frío que me entra de madrugada: latigazos de sudor rancio y semen reseco que se evaporan sobre la piel desnuda, la enfría. El parloteo es incesante, la radio, los telefonillos, los móviles, todo tiene un sistema de manos libres, de membranas de piel de elefante que sirven como incontestables tsunamis de cotidianidad ajena que lo inundan todo. Mis vecinos, quién si no. Quién. Oídos agudizados por el mal-de-paranoia, el santo Grial del conocimiento más certero que me abraza entre cigarrillo y cigarrillo, uso una taza de café vacía como cenicero. En la mesa tengo gel limpiador de manos con olor a golosina de melón (químicos que me hacen mutar en algo más más), analgésicos para el dolor de cabeza, un dolor de cabeza que deseo para que me atenace las sienes, para que me muerdan las meninges del cerebro; hace tanto tiempo que no sé qué es el miedo. Cuando lo que queda en mí de Profeta entra en el baño un montón de cucarachas caen desde el techo, crujen los exoesqueletos al impactar en el suelo, comienzan a resbalar más insectos por las paredes, las patas articuladas hacen cri cri cri contra los azulejos del baño. Enloquezco. Fuera, el aire corre refrescando las calles de madrugada, lo sana todo. Fuera, se respira bien. Adentro todo es un unto de sudor pegajoso que pica en esa zona inaccesible de la espalda. Mis vecinos siempre aceleran sus vehículos cuando saben que van a pasar frente a la casa. La casa se cae de vieja. Alguien acumula baratijas en cada habitación, parece un mal chiste, parece que alguien quiere evitar que el oxígeno entre embutiendo absurdos de plástico y falsas porcelanas multicolor. Sudo, me masturbo, escribo y confecciono un extraño evangelio que será ignorado durante 200 años después de mi muerte, que será dentro de unos 157 años aproximadamente. 

Despierto de la enfermedad y tengo 30 kilos de hamburguesas rellenándome el abdomen, mis vecinos, allí en Ciudad Dormitorio están un poco más perdidos. 

Notas sobre la tristeza y el miedo de los profetas (volumen IIII)






SOLVE ET COAGULA
    

noviembre 24, 2021

Videojuegos y depresión: Halo Infinite

Yo + Depresión igual al Desastre. Yo + Depresión + videojuegos igual a Quietud. Me ha sorprendido mucho el Halo Infinite, pero no me refiero a cómo se siente disparar (es maravilloso) o a a fluidez del movimiento y a que, cada sensación de juego, sea satisfactoria sin fisuras. Es un juego que te premia por jugarlo sin más, sea cual sea el resultado individual o de equipo. La coña es que llevo jugando videojuegos unos 35 años, tengo 43, empecé con 8, haced la cuenta. Joder, hasta yo me he sorprendido al hacer el cálculo. En cuanto a Halo Infinite tiene algo que admiro muy mucho, más allá de las mecánicas, es su honestidad con su naturaleza de videojuego. Y esto afecta a casi toda la saga, pero se acentúa mucho más en este último título dado el tiempo en el que se ubica. Los videojuegos (exceptuando quizá a los locos de Nintendo) han ido poco a poco huyendo de su identidad estética de videojuego, se han acercado al cuanto más real mejor cuando no directamente al cine. Analizando el personaje de Halo Infinite (y el de toda la saga) tenemos al Jefe Maestro, que es un súper soldado con casco y armadura. Lo del casco, a priori, parece una chorrada, pero es mucho menos costoso modelar un casco que una cara llena de expresiones. Lo-que-sea. También es un FPS, así que... En cierta manera, el Jefe Maestro es un arquetipo infantil que sólo sirve para jugar. 


¿No estás plagiando a tus youtubers predilectos de videojuegos? Descaradamente, sí.

junio 05, 2021

Esto no es una reseña sobre la obra de Alberto Masa

Es curioso el efecto que tiene la literatura de Alberto Masa sobre mí, me da muchas ganas de escribir, de hacerlo desde él, y no desde mí, sino de él para mí. Me impulsa a transfigurarme en Masa, perdido en Brunete, perdido en Madrid (en tiempos borracho), perdido en el mundo, dentro de un psiquiátrico, devorando a un pajarito vivo que es el mismo Dios. Ninguna literatura me influye de ese modo, leer a Masa es como leerse de golpe TODA su biblioteca, y claro, siendo una biblioteca alrededor de la cual se construyó su casa, porque primero fueron los libros, un millar quizá, y después vinieron las paredes de ladrillo, los suelos de tarima y la cocina donde habita su pájaro Charly; siento un empacho literario que debo sacar. He de reconocer que desde que leo a Masa soy mejor escritor. Aunque me aguanto las ganas y me quedo en mi rincón, me tiene a su merced desde que comenzó el combate. Es tanto lo que ofrece este tipo en sus libros, este hombre de dedos torcidos, al que tengo la suerte de que me permita la cercanía de llamarle bro, después de una coma de vocativo, es tanto lo que ofrece con su aspecto desaliñado, porque está leyendo biografías, porque está escribiendo cuentos para empacharme y, que yo mismo, escriba un poco mejor, porque está escuchando unos quinientos discos de jazz. Probablemente estemos hablando del más auténtico escritor de este país de mierda, porque lo hace desde la necesidad de no caer en una nueva pesadilla, porque lo hace desde un ser que es LITERATURA, Masa escribe como respira o respira como escribe. Hay una identificación directa entre Alberto Masa y la literatura. Alberto Masa ES literatura. Un chute de la NARCO-literatura de la más pura que se puede encontrar, directa desde el cajón más oculto de Kafka, de las frases que nunca se atrevieron con Bolaño, de autores que ni siquiera conocéis. Masa es el mejor dealer de literatura que podríais encontrar, olvidad al trillado Vila-Matas. Es capaz de escribir una oda maravillosa a una maravillosa cabra, y después, golpearte con una emotiva narración sobre su amigo (Héctor) fallecido. Y, si fuera droga lo suyo, que a veces lo parece, sería una muy adictiva y cruel. Lees unos relatos y te llenas de literatura; los riñones de Masa no filtran el talento ajeno, sus suprarrenales producen la más espídica (y loca) adrenalina..., entonces sucede que toda esa literatura TE golpea en la boca del estómago, los pulmones se vacían de aire, y tienes que ascender de esa sima de profundidad abisal y salir a golpe de palabras. Porque te acaba de aplicar la tortura de la brea y las plumas. La literatura y las palabras que, ahora sí, y gracias a lo leído pueden salir sin pudor, sin que quepa el error. Todo para huir del horror de no ser él, de no poder escribir como Masa, porque sabe cómo hacerlo, sabe cómo escribir y acertarte en el centro. Después de leer a este hombre de dedos torcidos nada sabe igual. Hay dos tipos de escritores en este país de mierda: el resto y Alberto Masa..., el cabrón es el primus inter pares de la literatura española. 







 

mayo 10, 2021

YA ESTOY LLEGANDO

     Nos encerramos en una casa y escribimos una novela sobre la luz que hay oculta en la locura, una orquídea nemea arrancada del fondo del Ruido Terrible, y esto es una amenaza. Ya estoy llegando al parque donde los OVNIS donde la magia y el tiempo nos empuja a gritar en francés: Asesinos de la policía. El parque estaba en contra. Ya estoy llegando al segundo párrafo. Doble salto. 

    Ya estoy llegando a deshacer el ardiz: Se trata de un mapa de beats, de palabras suaves que ocultan una cuchilla infectada con el virus de la inteligencia, se trata de un estigma sangrante donde nada el Kraken..., y de pensarlo tan profundo ando sumergido pero no sirve pues aún no me ahogo. Parece que esta mutilación sincronizada va a estirar el espectro al máximo. Y es que el niño de dentro sabe nadar o no rendirse. Polizones. Los hay por todos lados. Y algunos tienen suerte de haber podido elegir traje, otros sólo debemos preocuparnos de en que barril escondernos. Y esperar. 

     Ya estoy llegando. O eso parece. La habitación toma tierra y la ciudad se ha retorcido como un nudo marinero. Alguien ha cambiado las reglas sin avisar. El paisaje ha cambiado. Otro nuevo polizón, aspirante patético a lider de tribu se ha autoproclamado director de orquesta. Y no suena nada bien. Nada de lo aprendido sirve. Todo conocimiento es subversivo y sospechoso de afanar tiempo y trabajo. El tipo hace aspavientos y torpemente el barrio/trinchera es empujado hasta su redil. Pastoreado por pequeños matices. Nada de lo aprendido sirve. Sin querer cojes la soga y la rodeas en tu cuello. Un perfecto nudo windsor con que apagar la llama. Un nudo insalvable con que colocarte en tu sitio. Vuelva a la fila soldado. Solo le queda una oportunidad. ¿Y que vas a hacer?  Pues lo obvio, empujar. 

    Ya estoy llegando... Una bruja me dice que NO, que va a haber MUERTE, me dice en el barrio-naufragio donde todo el mundo danza, danza, danzan benditos. Estamos fumando para matar al tedio, escribiendo duro para haceros florecer: Palabras malditas que anteceden a la masacre, le preparo la cena a la bruja y me muestro amable porque nos apetece. Este juego se derrama desde mi cabeza y salpica con su luz al mundo. No quedan excusas y quiebro al destino de la humanidad con un legado de FUEGO. Paso mi mechero, cedo mi espacio y mi destino parece cambiar, es la última oportunidad de ser en un mundo nuevo. They keep calling me... They keep calling me... Así nos vamos a dormir en un parque, a soñar con rosas neon y rayos que nos electrocutan como si fueramos David Bowie... Ya ESTAMOS llegando. 


A + [SoL] = ?

Gracias a Nacho por la colabo en este texto, ¡seguimos!

Paradojas de Zenón

Íncipit. Los primeros son pasos breves, tanteadores. Introductorios. Tal vez circulares. Existía una idea difusa, seguramente generativa: se...