Al despertar no eres consciente, pero el dolor está ahí clavándose en el centro de la muela destrozada. Un viejo empaste que se desprendió de su hueco dejando una corona molar... Paso la punta de la lengua con ansia masoquista... El dolor es fuerte, parpadea y se enrosca alrededor de la encía.
Mi padre solía decir que durante un dolor de muelas era el mejor momento para tomar decisiones, que se te quitan todas las tonterías, que te quedas sólo con lo importante: El dolor de muelas, tú y lo que te pesa lo suficiente como para seguir ahí dentro, dando vueltas, a pesar del terrible dolor.
Mi padre no solía decir muchas cosas, pero cuando le dolían las muelas me llamaba para decirme que me quería.
El dolor se desvanece por la dopamina que segrega mi cerebro, un auto-inyectable que se activa con cada palabra correcta. Recuerda, escribir sobre el dolor propio nos salva del dolor propio, pero cuando lo dejes, éste volverá atropellándote como un enorme camión de 12 ruedas... El dolor te pasará por encima... Sólo imágenes punzantes de la corona molar clavada en la encía... El nervio vivo y palpitante... Y luego, ¿con toda esta focalización dolorosa qué has hecho? ¿Has decidido algo?
Mi padre no solía decir muchas cosas. Y había veces en que se equivocaba.
Este dolor de muelas se va... Os pertenece.
Salud
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