mayo 13, 2023

NUNCA MÁS ME DUCHARÉ 

La sequía fue algo que llegó a desbordar primero a la sociedad, para después acabar poco a poco con el capitalismo. Todo empezó cuando Iberdrola vació pantanos y embalses por alguna razón absurda para seguir ganando dinero a costa de nosotras. Como era obvio, el gobierno de turno pasó de todo aquello y la respuesta a la sociedad fue "ducharos una vez cada tres días, así ahorraremos agua. Entre todos podremos ganar a la sequía" dijo eso sin entender que es culpa del cambio climático, que daba igual lo poco que te ducharas mientras que la industria textil tiraba su ropa en el desierto de Atacama, mientras que tú te duchabas en 1 minuto la industria pesquera asesinaba a millones de peces dejando los océanos vacíos, y claro, sin olvidar como se deforesta el Amazonas, o se saca coloniza África por intereses políticos europeos, pero oye, una ducha a la semana arreglará todo. Pues claro, después de años y años con estas mierdas la gente ya se cabreó y decidió hacer un poco de caso al gobierno: "no nos vamos a duchar nunca más". Y así es como cayeron tantas y tantas empresas.

Después de tres meses sin ducharte tu piel se empieza a pudrir, tu olor podría matar a un elefante y las heridas que te haces se infectan tanto que parecen que tienen vida propia. Ya no eran humanos, ahora eran un panda de zombies a lo The Walking Dead que iban a matar a quienes habían provocado todo este desastre. Lo primero que hicieron fue asaltar las sedes y las eléctricas de Iberdrola, que fueron pasto de las llamas y de la mierda acumulada de la gente. La policía incluso tuvo que disparar, pero la mierda alrededor de aquellos cuerpos mugrientos absorbían las balas. Era imposible parar a aquellas criaturas. Después de Iberdrola cayeron ayuntamientos, las naves de Amazon, de Inditex y demás carroña. Los presidentes cogieron un avión para huir del país, no sin antes decir a los militares que atacasen sin piedad. Tampoco les sirvió, es verdad que causaron varias bajas, pero acabaron con los militares al cabo de unas semanas. Ahora el país estaba lleno de mugre y fuego. 

Eso no acabó allí, ya que la masa cada vez más horrible. Incluso cuando se tocaban se pegaban entre ellos sin poder separarse nunca. Aquello creo algunas criaturas monstruosas e imparables. Todos los ciudadanos fueron destruyendo todo y fueron a los países cercanos expandiendo la gran revuelta de la mierda. Los gobernantes de todos los países intentaron huir, algunos cogieron a tiempo sus aviones privados y otros fueron devorados por la masa. Ahora todo el mundo está lleno de mugre, pero al menos no tienen presidentes con vida, ni empresarios explotando, ni tampoco policías racistas disparando cuando puedan. Las guerras acabaron, ya no se atacaba a Palestina por parte de Israel. Ahora todo estaba en paz. 


mayo 10, 2023

crítica a Artaud y su texto sobre magia negra y electroshock


 

DON LIMP I.A.

Fernando era un obseso de la limpieza. Si podía limpiar dos veces ese mueble, lo haría tres veces por si acaso se quedaba alguna mota de polvo. Le era imposible tener algo sucio, no podía con ello y la ansiedad le comería en cuestión de segundos. 
Un día limpiando la casa se tragó todos los líquidos para limpiar la casa: lejía, bicarbonato, friegasuelos, jabón, desinfectante, alcohol... Nadie sabe muy bien por qué lo hizo, pero si se sabe que pasó. Se convirtió en un superhéroe. Como Spiderman con la picadura de araña, pero ahora sus poderes son los de limpiar. Y claro, aquello era su vocación así que no se quejó se puso a limpiar todas las casas de sus vecinos con su poderes. Podía lanzar lejía por la boca, limpiar con las manos como si fuese una mopa o hacer de su mano un estropajo. Podía hacer todo tipo de limpiezas solamente con su cuerpo, era algo raro y estúpido, pero le hacía feliz a él.
Con el tiempo se aburrió de limpiar casas, tenía que dar un paso más allá. Iba a limpiar las calles, que estaban bastante sucias por culpa de que el ayuntamiento no contrataba a suficientes barrenderos. A Fernando no se le ocurría como hacerlo, no sabía ser un héroe así que preguntó a una IA como hacerlo.
- ¿Cómo puedo limpiar mi barrio? - esa fueron las palabras exactas que le puso a la IA. Esta estuvo unos segundos sin poner nada hasta que se puso a escribir, paso a paso, que era lo que debería hacer.

"Para limpiar tu barrio debes de seguir estos pasos, que son sencillos de entender aunque será algo costoso:
                1. Echar a la gente latina, son quienes ensucian el barrio de verdad.
                2. Quemar las casas ocupadas.
                3. Acabar con las fruterías de gente marroquí.
                4. ........

La IA siguió escribiendo burrada tras burrada mientras Fernando leía con atención. Le salió una lista enorme de cosas que hacer y eso le abrumó. Así que dijo que haría la primera, ya después seguiría, ¿por qué lo hizo? Porque las IA están para ayudar, ¿cómo va a ser racista si solamente es una Inteligencia Artificial? Se puso manos a la obra y salió a la plaza que tenía abajo donde siempre estaban unos chiquillos latinos para jugar al fútbol y hablar después de trabajar horas y horas en la obra.

Al mes ya se alertó a todo el mundo, había un asesino en el barrio. Ya habían muerto 5 personas latinas en la zona. Todas ellas habían sido asesinadas con bastante saña y limpieza. Ninguna tenía ninguna huella de tal pulcra limpieza. La policía no sabía que hacer, y tampoco le importó mucho ya que en las noticias dijeron "son peleas de bandas" así se quitaban un marrón de encima y promovían el racismo dentro del barrio. Ahora la gente blanca miraba raro, aun más de lo normal, a la gente latina de la zona. El rumor de que las bandas latinas iban a limpiarte y asesinarte era algo que iba de boca en boca y de casa en casa. Algunas personas se fueron del barrio por miedo a ser asesinado solamente por ser latino, ¿estaba limpiando el barrio?

Fernando planeó el siguiente asesinato. Ahora le tocaba a una señora de 70 años que desde hace no mucho tiempo se ponía en su portal para vender empanadas y arepas. Esa señora le molestaba, ¿por qué ella podía vender empanadas y yo no? Eso le cabreaba, no podía dejarla con vida. Iba a hacerla tragar litros y litros de lejía.

Ya de noche la mujer se fue despacito a su casa, ya que no podía ir más rápido porque sus piernas no le daban para más. Don Limpio se acercó por la espalda de la señora y le intentó agarrar por el cuello, pero un golpe fuerte en las costillas lo tumbó en el suelo. No sabía de donde vino el golpe, solamente podía ver a la señora riéndose de él mientras le sacaba el dedo. Otro fuerte golpe le rompió tres costillas y otro golpe le dio en la cabeza dejándole casi sin visión y sin poder escuchar. Cinco personas le estaban dando una paliza con tuberías y bates de béisbol. No tardó mucho en morir, al fin y al cabo, era solo un pringao con poderes de mierda que hace caso a un ordenador.


Preguntando

 Si papá Perrault levantara la cabeza, quizás hiciera preguntas. Preguntas interesantes: où est mon roi? Preguntas tontas: ceci n’est pas une pipe? (mientras señala una lavadora). Preguntas trascendentes: allais-je rencontrer la Maga? Preguntas a mala hostia: dónde está tu imperio español ahora, eh? De vuelta de todo y ante la perspectiva de regresar al camposanto por 300 años más, mínimo, papá Perrault abordará, en un blogger como este, diversos ejercicios de estilo. Soñará una Cenicienta en Mónaco, un Barba Azul en un sótano de Amstetten, un Pulgarcito abandonado en Guanahacabibes, un Riquete el del copete astrofísico ultimando su Breve historia del tiempo perdido, no me jodas, Marcel. Alguien necesita terapia.

mayo 07, 2023

Santificarás las fiestas

  

 

Ningún trabajo de ciervo haréis, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Levítico 23-25

 

  

Esta es una ciudad alcohólica. Está en coma… ¡ño!, qué risa te da.

Ahora es mejor que todo te provoque risa, pero bajito, no sea que alguien se percate de tu alegría. La gente de esta ciudad no debe enterarse de la alegría del otro. Enseguida se ponen a averiguar los motivos siniestros que provocan esa alegría individual.

La alegría debe ser colectiva.

Igual al coma.

Por eso es común encontrar tumultos alegres, alrededor de pequeñas naves cósmicas que contienen líquido para hacer volar unos 100 metros hacia arriba, casi cerca de las nubes; pero volar no es asunto de líquidos y el aterrizaje es forzoso, sin previo aviso. Los alegres, entonces, van de cabeza contra el primero o la primera que esté tan volador como él, o no lo esté. Da igual. Lo importante es demostrar la frustración por lo corto del viaje.

Pero para ese entonces ya se habrán retirado las cámaras, ya habrán guardado las banderas, los micrófonos, y al otro día, cuando los barrenderos recojan los vasos de cartón, bolsa plásticas, cucuruchos de papel, cigarros a medio fumar, banderitas de colores, cornetas de lata, monedas de a peso y 20 centavos, mierda, aretes de fantasía, almohadillas usadas, vidrios de botellas de ron, caramelos a medio chupar, restos de vómito; justo un poco después, cuando la pequeña plaza esté completamente limpia, la gente volverá a tener la sensación de que todo marcha a las mil maravillas.  Y olvidarán su rabia contenida la  noche anterior, al descubrir la estafa, el engaño del corto vuelo, el estrepitoso aterrizaje.

Todo está bien, se dirán en sus camas, saboreando el sorbo de chícharo con café que no cambiarían por el mejor Cubita o Serrano.

 

Every thing is fine.

Te repites ahora que ya tienes los pies dentro del cesto enorme.

Eres una muda de ropa recién lavada y el cesto es de mimbre y te guardará hasta que una mano te saque para planchar todas tus arrugas, tus miserias de ropa demasiado usada, de aquí para allá. El cesto de mimbre te guardará  hasta que todo marche un poco mejor, de verdad.

Pero no eres una muda de ropa y el cesto no es para guardarte. El cesto se aferra con más de tres brazos al globo.

Qué globo más lindo… ¡ño!, qué risa te da, y dejas caer sobre la azotea dos o tres lastres para comenzar a volar, de verdad.

Volar de verdad. Como si fueras un pájaro gordo y lleno de colores y de fuego. Volar como si fueras una estrella fugaz, y allá abajo quedan todos los alcohólicos mirándote y pidiendo 134 mil deseos, porque no se atreven a ser estrellas fugaces ellos mismos.

—¡Borrachos fugaces!

Les gritas cuando el globo pasa por encima de las azoteas y casi te enredas con una antena de televisor.

Los televisores están apagados.

No hay nada que ver.

No hay nada que celebrar.

En un día como hoy no murió nadie.  A nadie se le ocurrió nacer ni asaltar ningún cuartel ni dar una carga al machete ni redactar ningún documento importante que haga celebrar al tumulto.

No hay fiestas.

Algunas botellas de ron, es lo único que venden en las cafeterías; pero solo las acompañan músicas románticas o de tristes mensajes.

Eres el centro de todas las aburridas miradas.

Debes tener cuidado.

Si descubren tu sonrisa podrían sospechar, avisar al Jefe de Sector, a cualquier otro con un cargo importante en la policía.

Every thing is fine.

Repites y enseñas tus dientes al cielo estrellado, es el único que no te traicionaría.

Pero el viento sí.

Te da empujones como si fueras una brizna de trigo. Como si ya no se pudiera sacar nada bueno de ti. Quieres ir más suave, saborear el escape como si fueras aquel conde vengativo. Pero no quieres vengarte de nadie, solo quieres que nadie se percate de tu alegría, de tu escape.

Estar alegres y escapar son actos sumamente peligrosos en esta ciudad.

Las ciudades comatosas suelen ser mucho más vengativas que el conde francés.

Tienes derecho a estar bien, pero tu deber es estar mal.

¿Cómo lo entiendes?

No estás aquí para entender.  Solo para ocultar tu risa.  La de verdad.

La risa de mentiras es la única autorizada para salir a la calle. Nadie sabe de qué sería capaz una risa sin educación, sin principios, desbocada como los caballos que recuerdan de repente su naturaleza.

Allá abajo hay un pueblito y no es una ciudad que conoces.

Quizá has volado demasiado al oeste.

A lo mejor debías haber ido más al sur o al norte o al sureste, pero el oeste siempre ha sido un lugar a respetar.

Nadie sabe si en el oeste de Cuba existan cowboys o gángsters del desierto.

La gente no suele hablar de cosas tan interesantes y peligrosas.

A no ser que comiencen a repartir cowboys y gágnsters por la Libreta de Abastecimientos o Maité Vera escriba una telenovela sobre ellos.

Pero eso debe de resultar un poco caro.

Qué risa. ¿Qué harías con cinco gángters al mes? O un cowboy por núcleo familiar. ¿Lo revenderías para comprar alegría?

Qué risa.

Lo revenderías para comprar más risa.

No caben dudas. Cada vez vuelas más al oeste.

¿Y si un disparo convierte tu globo en un pedo enorme?

Eres un pedo enorme, descolorido, aterrizando cada vez con menos control. ¿De dónde vendría el disparo? ¿De la Ley Seca o de las Minas de Oro?

Seguro fue un siouxs.

Pero los siouxs viven más al norte. ¿En Dakota?

¿Un apache?

Esas gentes son pacíficas.

¿Un guardafronteras?

¡Dios tuyo, un guardafronteras te ha disparado!

Vas camino a estrellarte contra los arrecifes por causa de un guardafronteras que vendrá pronto a recoger lo que quede de ti  para guardarte en una bolsa verde.

¿Qué importancia tiene el origen de la bala?

Quizá solo sea que el globo se cansó de volar.

O el Destino.

—¡Ño!, every thing is fine.

Y vas a dar con los codos contra la arena blanca y llena de piedras dóciles, cobos, nidos de tortugas, cangrejos ermitaños.

—Esta es la tierra más hermosa que he osado pisar.

Está amaneciendo. Es la primera vez que vez salir el sol por el lado contrario. En el malecón lo ves nacer desde los edificios. Pero verlo salir del mar y a la izquierda es distinto. Eso no te da tanta risa. Casi te provoca deseos de llorar.

¿Llorar?

¿En este lugar estará permitido llorar?

Los guardafronteras deben de estar por llegar. No puedes perder tiempo con las lágrimas.

Debes reír lo antes posible.

Si descubren que estás alegre a pesar de la caída, podrían sospechar. Si sospechan, descubren, revisarán los bolsillos y descubrirán el resto de tu alegría.

Every thing is fine.

Dirás la contraseña, para que sepan que eres de los de su bando y no confundan tus buenas intenciones.

¿Por qué se demoran en llegar?

¿Dónde estás?

¿En una tierra exenta de guardafronteras?

El color del cielo anuncia que no has salido de Cuba, podrías estar en Las Bahamas, pero sabes que viajaste al oeste, y las Bahamas están al noreste, eso no has podido olvidarlo ni con toda tu alegría voladora.

Enciendes otro cigarro. Los policías de la costa no te lo permitirían. Absorbes con pasión, como si nunca más volvieran a verse. 

Caminas.

Al pie de una palma de corcho encuentras una iguana.

La iguana te mira de medio lado, como si pensara muy mal de ti.

Estás cansado de que siempre sospechen de ti, estás cansado de sospechar de los demás.

También esta iguana podría ser una de ellos, los dueños de las banderas, las pipas de cerveza, los doctores que no logran sacar del coma a la ciudad que dejaste atrás.

—Hola.

La iguana te ha saludado.

Al parecer venció sus dudas o su timidez de reptil fosilizado.

Quizá se anime a decirte dónde estás.

¿Las iguanas saben de geografía?

En este país todo el mundo sabe de todo. Hasta los animales.  Para eso somos parte de la ciudad más culta del globo terráqueo, ¿no?

—Guanahacabibes.

Qué risa. La iguana sabe de geografía.

—¿Guanahacabibes? ¿Y eso está…

—¿Te suena el Cabo de San Antonio?

Con tanta risa has olvidado tú la geografía. Te pones a caminar al lado de la iguana, es un poco difícil seguirla.  Se va a la orilla del mar.

—¿Y no hay guardafronteras?

—¿Dónde no?

También sabe de política.

Y de religión, economía, historia, botánica; agrega la iguana exponiendo su panza al sol.

 —¿Botánica?

 —¿Plantas para la alegría?

Qué risa.

La iguana te muestra el camino de su plantación.

Es una iguana muy competente, y muy servicial.

—¿Te gusta?

—¡Qué verdeee!

—¿Quieres probar?

—¿Y los guardafronteras?

—No hablo con ellos.

—¿Por qué?

—No hablo con lo que no existe.

—¿Y yo? ¿Existo?

—Por lo menos existes hoy, necesitaba hablar con alguien.

—¿Existo solo porque te sentías sola?

Es una iguana muy existencialista además. 

Y un poco adicta, porque no hay que ser tan exagerados, con dos o tres plantitas tendría para todo un año. 

No te confíes de la iguana. Ella cambia de color. Podrías dejar de existir cuando abandone el verde.

—¿Y los otros?

Te has puesto sentimental. Te lo advertí. ¿De qué vale preocuparse por un montón de adictos? La iguana te contestará que solo existen mientras tú existas y tú existes porque existe su pensamiento y su pensamiento existe porque ella, la iguana, se las arregló para sembrar más de cien metros de esas plantas alegres y prohibidas.

—Porque son de verdad. Son lo único real.

—No puede ser. Every thing is fine.

Oh, yeah, everything is fine mientras existan ellas, prueba a desaparecerlas y conocerás la nada.

—¿La nada tiene que ver con el coma?

La iguana vuelve a mirarte de medio lado. Quizá ha comenzado a desconfiar nuevamente.  Podría cambiar de color. Aléjate, si es una trampa no te salvará ni que digas la contraseña a los guardafronteras.

—Pero, ellos…

¿Por qué no te subes a esa palma de corcho? Quizá allá arriba estés  un poco seguro.  Seguro de ellos, de la iguana, de las Plantas.

—¿De mí?, yo soy todos ellos.

Estás en lo alto de la palma y ves llegar a los guardafronteras con sus motos amarillas corriendo por la arena. La iguana está asoleándose sobre una gran piedra y ni siquiera se fija en ellos.

El guardafrontera 1 detiene la moto y mira alrededor.

El guardafrontera 2 se baja y se acerca al cesto de mimbre y el globo desinflado.

El guardafrontera 1 y el guardafrontera 2 se miran. Otean el horizonte.  El enemigo podría estar acechando.

Una risa estrepitosa, de novelita de terror, se asienta en la playa.

Los guardafronteras miran asustados al cielo.

Miras asustado a la iguana. ¿También se ríe? ¿Y sin temor?

Pero la iguana está panzas arriba, conversando con un sol verde claro que acaba de crear en su imaginación. No tiene deseos de reírse.

Entonces recuerdas al conjunto de plantas verdes y alegres. Sientes los tambores a tus espaldas.  Presientes que los guardafronteras están a punto de dejar de ser.

Las alegres Plantas lo han decidido.

Qué risa.

Así podrás quedarte todo el tiempo que quieras. Reír lo que te plazca sin temor a ninguna mirada.  Conversar con la iguana sobre la existencia del hombre sin temor de que te acusen de algo terrible.  Te quedarás hasta que la ciudad comatosa decida cambiar de adictos, de falsas risas, de contraseñas Every thing is fine.

O hasta que alguien decida desconectarle la respiración artificial.

  

 

 

mi terapeuta es la mejor, en serio

mi terapeuta me habló de las micro-socializaciones. las micro-socializaciones básicamente son ser simpático y hablar un rato con el verdulero, la librera, alguien en un café; ese tipo de cosas. lo practico [a veces] y mola bastante. te dejas de sentir solo aunque en realidad siempre lo estés [o todo lo contrario, quién sabe].

el hecho es el siguiente: creo firmemente que mi terapeuta está planteándome un escenario tipo sandbox para que establezca una relación íntima con otro ente humano. ¡claro! dirá mi terapeuta, a la que respeto y adoro [no confundamos], fijo que se hace amigo o algo de alguien.

nice try, terapeuta.

así que he decido aceptar mi naturaleza de solitarium an ratitus [obviamente no tengo ni papa de latín] y esquivar esa bala de la relación íntima en lo posible. ni familia ni amigos ni nada a lo que le afecte que haga una tremenda bomba de humo. Fernweh ha llegado a casa, la suya y la de nadie más.

Por cierto, ¿sabéis qué?: en españita el diagnóstico de asperger, entiendo por una conversación al respecto, no lo hace la seguridad social y cuesta 500 euros porque se tratan de semanas de pruebas.

No sé a qué viene el último párrafo: ¡A bailar!

Prescribiendo

Barba Azul era francés. C’est vache comme il pleut! A pesar de Bartok y de Kodály y de todos los musicólogos allende el Danubio, de Isabelita Báthory, condesa, de Vlad Tepes, príncipe valaco, y de Ceaucescu zombi, el pirata Barba Azul será más parisino que el Pont des Arts, dijo papá Perrault. A la luz de tres tristes velas, su pluma de ganso mojada en tinta espesa rasguñó la rígida trama del papel, degollando a las esposas como Duchamp degollaría en el grand verre a los malditos pretendientes. Que coman pasteles, que hay un arco por tensar, sentenció alguien fuera de plano. ¡Corten!, dijo enfadadísimo Godard. Y la perra austriaca dejó rodar su cabeza un día más. 


abril 28, 2023

Probando

Hay que probar todas las puertas, se le revolvió el puto Barba Azul, con cajas destempladas, a papá Perrault. Personajes, autores y otros asesinos en serie franceses: la guillotina recogiendo bártulos y llevándose a rastras la última cabeza, la de Eugéne Weidmann, saliendo de la plaza pública al grito de ‘au revoir’ y hasta el infinito y más allá. Circulen. Circulen. 

abril 12, 2023

poema roto

conocí a una pareja maravillosa 

en granada, él taxista, ella lo acompañaba en ocasiones. 

un par de veces compartimos trayecto 

se llamaban papá y mamá. 

así sin más 

¿sabes, Evôka? 

Te digo que tenemos demasiados nombres 

 

jajajajajaja 

¿sabes qué más? hay ocasiones en las que solo necesito que me escuches y la pelota vuelve y encuentro mis respuestas; durante una micra hacemos la misma mueca he encontrado aquel blog que hicimos, y ahora, ya entiendo de dónde viene mi politeísmo. oye, gracias
 

¿Te puede preguntar algo muy personal en modo no-poético, Evôka?


mañana es mi cumple, Evôka, el tuyo fue hace 2 días, en realidad te pega el once

Pagado lo que debo, a descansar al fin
45 años, nadie daba un duro por ello
baila por mí cuando puedas yo no paro de hacerlo¿La pregunta, Evôka?

una vez lo hice más o menos

lista de las pelis pendientes para 2023:

 
 
Tus labios rojos desenfocándose
 
antes de romper por debajo de mi nariz/ 
 
un montón de insertos de risas y
 
caídas al suelo/ 
 
que tomes agua cuando me de la sed/ 
 
 
 
Y volver a ver Amor a quemarropa: you're so cool

 
 
 
Repite conmigo: erotómano, erotómano, erotómano/
 

julio 01, 2022

Nosebundo Inducido Por Sustancias (Versión micro-machine)

PREFACIO

¿Soy Jack Torrance en El Resplandor de Kubrick? 

Me cago en todo, ¿cómo me puede estar pasando lo mismo otra vez?

                                                                            I

Páginas escamadas de celulosa bajo la luz de una lámpara anti-insectos, es verano y tengo un brote psicótico. La ideación paranoide me empuja a cerrar todas las puertas, funcionan tanto de barrera como de alarma, las bisagras crujen en esta casa. Hay losas sueltas en el patio, manchas de humedad que levanta la pintura del enorme salón, hay puertas baratas hinchadas que no encajan en sus marcos desnivelados. 

(Esa fricción en todas las articulaciones de la vieja casa funcionaría perfectamente como una metáfora del cerebro desquiciado que me ocupa, que extiende un cuerpo hacia fuera para relacionarse con la cosa)

                                                                            II

Entonces un miembro fundador nos pasa textos de Hakim Bey y tomamos notas con los dedos tiznados de café molido (las cafeteras están echando humo todo el tiempo aquí) y hacemos nuestras cosas; ya sabéis qué. 

                                                                            III

Al final La Tormenta lo ocupa todo, no dolió tanto, está bien. Una caja de cartón, llena hasta arriba de cuadernos y papeles mecanografiados, arde alimentándose de la flor más grande y apestosa de este mundo. Se abre tan despacio, el cartón retrocede ante la luz, se arruga y retuerce, está brotando. Yo la miro. Ahora mismo ese montón de basura está amaneciendo. Buen día, una ducha, un café. 


EPÍLOGO

SoL

(Soy un niño y) me voy a jugar a cualquier otra cosa. 





Paradojas de Zenón

Íncipit. Los primeros son pasos breves, tanteadores. Introductorios. Tal vez circulares. Existía una idea difusa, seguramente generativa: se...