Si yo tuviera un hijo (que no lo tengo) dejaría de fumar especia y me volvería adherente a la medicación; por aquello de ir delante de él en una guerra en esta tierra de caminantes, le haría playlists en todas las plataformas (de música-Filosofía) que me hayan funcionado a mí. Si lo tuviera, que en realidad, no lo tengo, le escribiría misivas de amor cuando me sintiera solo: cosa que sucede de manera muy aleatoria. Si yo lo tuviera... Lo querría fuerte y más inteligente que yo (como su madre) a la que querría tanto que me alejaría unos 1.200 kilómetros (más o menos) aunque ello me obligase a meterme 18 horas de reloj en un autobús, pongamos, en plena pandemia Mundial.
También le diría (a ese hijo que casi, pero no tengo) de dónde le viene su apodo. Le explicaría que lo peor de las religiones es que FUNCIONAN, pero también le diría que es en parte por el pensamiento mágico + nuestra capacidad de pensar en objetos no-presentes. Le diría que leyese todo lo hay publicado sobre alucinógenos antes de su primera melopea de LSD, TODO. Que la información es poder y que decida a quién le da ese poder. Que no hay nada nuevo bajo el sol excepto sus grandes ojos y cómo lo ven, al MUNDO, le diría.
Si yo tuviera un hijo (que no lo tengo) habría elegido como madre a alguien que me ayudase a deshacerme de la soga paterna (y esto es literal). Si yo tuviera un hijo, haría caso a mi terapeuta cognitivo conductual por lo menos durante un año y seis meses. Le contaría que somos infinitos hasta que morimos, que no le tema al señor de la parca, que nunca podrá tocarlo antes de tiempo, que cuando lo haga será el momento adecuado. Le prometería esto último MUY fuerte aunque me sabría en un error, pero de momento me/le valdría o eso espero. Que cuidase de su tribu, que es gente Crema. Y, sobre todo, que se dejase cuidar; no hay mayor acto de valor/fuerza que dejarse cuidar.
Que devuelva todo lo recibido, TODO. Que un hombre sin palabra es lo mismo que una cabra, un oso o una serpiente. Y, le contaría, como sus manos, junto a los de otras y otros, fueron las manos que me salvaron de matarme. Y, aunque, no tengo un hijo, esa es la verdad.
Si yo tuviera un hijo (que no lo tengo) le mandaría con cada misiva una nana (anarquista o no) para que sueñe bonito.