julio 18, 2024

by Raúl Sánchez

 

Metástasis con centro en crujiente cereal, cáncer de boca, bocetos en colores ocres colgados y por el suelo, los restos de una pelea de bar en una sóla losa. Restos de papelillos de carnaval, un par de barriles de estramonio completamente secos, tiras de piel de plátano a medio liar junto con una cucharilla en la que se ha hervido algo de nuez moscada, restos de nexus en la tapa del CD, micro-dosis de LSD en papel secante troquelado con diseño de cómic, toda una juventud que se vomita en el tigre de un bareto, peleas, peleas que se `pierden en el parking de la disco, todos los ancestros de un punki son muchos ancestros. Papel celo y cinta americana, tijeras y cola, algunos bolis, lápices y rotuladores y marcadores, viejos libros de poemas rescatados de la basura para carne en lámina de collage, poemas manuscritos en viejas máquinas de escribir, enumeraciones, enumeraciones, y los restos del naufragio de un miércoles. No hay fanta. El limón hirviendo en el fondo de la garganta junto con tendones mandibulares que se deshacen en ácido; la ansiedad me devoró la carne, perdí 27 kilos y gran parte de mi masa. Cuando hablo del mal, la gente sabe que ni miento que ni invento, saben que lo digo en serio, cuando hablo del mal la gente se calla porque saben que soy honesto; que puedo serlo.


... y dónde queda la piel, oquedades llenas de terminaciones nerviosas, lame, lame, lame esas tetas, los pezones, un escroto. Tantos cuerpos confusos de continuar en la costilla del amante, lame, lame, lame ese cuello. Toca, toca, mete los dedos y muévelos dentro.


Dónde queda la polla y dónde queda el cerebro. El centellear electro-químico entre neuronas funcionales. Un torpe flagelo que descarga el electrón al disparo de la NADA. La muerte de lo que podría haber sido un acto o un olor, perfectamente. La muerte de lo que podría haber sido la fe, la extirpación de un millar de comienzos, el rezo, el rezo y el reo. Recuerdos que caen como en un pozo de brea, despacio y absoluto, yo soy Elvis, yo soy Elvis. Yo soy la estrella de rock rodeado de viejos indecentes. Creemos que saldrá de aquí mejor, Doctor, tome sus pastillas. Comprimidos blancos con sabor a muerte retrasada, comprimidos amarillos para la pena, comprimidos blanqui-rojos y capsulas moradas para la sed del alma. Prescolar y ouijas mal cerradas; hay algo aquí dentro, hay algo aquí dentro... conmigo, en el surco de lo acontecido y fracturado, en la herida permanente de despertarse cada mañana. Hay un cadáver dentro de mi ropa y no puedo sacarlo. Hay un muerto en mi lugar, hay un aparecido cuando doblo una esquina del pasillo. Enciendo el leño y sigo manejando la antigua locomotora,las coordenadas son un pueblo pesquero, en la ruina, hay caballo en circulación y hace mucho que no importa nada. La escritura. Los restos pegajosos en la taza de café. Hay una gota que ahora mismo se está evaporando sobre la alfombra. ¿Hay una alfombra? Los pies descalzos y llenos de tizne. El polvo que alguien trajo del camino, el retroceder en cada huella de arenilla y basuras. La continua reinvención del YO a través de los delirios de grandeza, la copa del árbol que arde y habla la lengua de enoch, ser hijo, padre y espíritu una y otra y otra y otra vez en el huerto, orando y huyendo de la muerte. Padre, por qué estoy en tus planes como carnaza. Padre, el hijo muerto se eleva sobre sus cabezas. Padre, mira esta herida, esta laceración, mira y contempla la prueba de amor por ellos sobre mi piel. Cristo dudando es lo más cerca que estará el hombre de ese dios. Te comes un pajarito que es el mismo Dios, y todo se apaga. Valga el homenaje. Valga el plagio voluntario y el querer hacer propias palabras ajenas porque también encajan dentro de uno. Eso sea lo que sea. El error induce al pez a aplastar la cara contra el cristal. Esta vez no, muchacho. No.


Acantilados, aves y vida marina que parece el génesis. Meteoros que cruzan el cielo señalando cada nuevo mesías recién nacido. 187 trompetas, 500 hombres, la santidad y la guerra a continuación, lo bendito y la muerte

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