... Cada mañana juego a la ruleta rusa y escribo algo. Estoy vivo, me digo, estoy a este lado del espectro. Escribo mierdas punzantes y vuelo demasiado alto para un enfermo mental... los duendes de parque me protegen, he aprendido a conjurarlos.
Poema raro. Dictado por Alpaviese Palabras desde más allá de mi meninge. Relato patrocinado por British American Tobacco (Brands) Limited & Café de Colombia & Especia de Marruecos. Con el apoyo de Wake up, Zombie. 2015, diciembre. Anti-copyright. Eso.
Ya empiezas a tomar café de más, café que se vería perfectamente acompañado por un montón de humo; impregnas las paredes de tinta, los pulmones de cafeína y el estómago retorciéndose por la nicotina. Fluyes, pero no sabes nada de sinapsis ni de interacciones neuronales... tan sólo sabes que tus dedos se vuelven certeros y que las palabras comienzan a salir delante de tu nariz con la reluctancia de un maníaco. El mensaje sirve para dejar de ser un emisor oxidado y convertirse en canal que se desborda. ¡Sí! Escribes para dejar de ser y empezar a FORMAR PARTE de algo más más que tú mismo. Un cosmos que emite es un cosmos en pleno movimiento, que se expande hasta llegar allí donde no hay nada... Ahhh, la calma, y tenerlo claro. Tener bien claro cuál es el siguiente movimiento hacia la nada. Debe ser que el todo que eres no es del todo estable, debe ser que no quieres cortar el nudo gordiano como se ha hecho siempre y prefieres deshacerlo con la punta de unos dedos helados. Presagias que la calma llegará cuando dejes de teclear, pero es una trampa, ningún demonio se asusta por un simple texto. Sabes que no hay cura, pero te haces otro café y escribes.
Y, ahora, la literatura de verdad:
Yo de chaval me iba de fiesta con "El diccionario del Diablo" y "El anticristo" ocultos como puta droga. Luego los sacaba y los leía en medio del paraíso artificial en que habíamos convertido el descampado. Lo llamaba desbordarse de verdades. Y sí, lo hacía.
Y ¿cómo cumplo mis amenazas (postear) si he pasado toda la tarde fumando con ansia homicida? No me queda aliento, bien porque era parte del plan. Lo de gritar es la parte fácil.
Gritar cosas por la ventana debería ser entendido como el más urgente de los deberes de un ciudadano decente.
Cuando me pongo "profundo" al teclado siempre me topo con objetos punzantes... ¿vosotros no?
Cuando escribes y usas material íntimo (este post va ser un poco pornográfico) como sueños, filias, fobias y demás 'artilugios' psicologicos estás transferiendo (creo) parte de tu psique al texto, a la mente que intentas reflejar, quieres que destelle con el brillo miserable de un ser humano cualquiera. Quieres envolver el regalo en el papel adecuado, hacer los pliegues correctos para que su apertura sea asequible, pero no obvia... quieres llegar a simular la vida, la realidad, el amor y la muerte... quieres que tu texto tenga efecto en otro ser humano porque te crees la leche y un dios, menor, pero un dios. Como quieres la reacción aplicas al texto toda la acción que eres capaz de recordar, cortas y pegas, creas y voilá: el excremento de palabras salpica ahora la pantalla con una guía clara del asco que da una parte de ti. Ella lo lee y dice: "Es muy desagradable, el tipo". Vale, era parte del plan, quise hacerlo desagradable y ella ha leído "desagradable", eso es bueno. Pero el asco se hace un hueco en mi centro al saber/recordar que esa mente reflejada en el texto es parte de mi mente. Una parte pequeña y deformada y encauzada para que sea como una porción de mente ajena, pero que no deja de ser mí/yo/me... no deja de ser una parte de mí que, por lo que sea, le da asco. Una parte aberrada, cierto, pero está ahí, enquistada... Hacer uso de la memoria emocional es peligroso... los artilugios psicológicos de que disponemos suelen ser limitados, por eso deformo y encauzo una y otra y otra vez el mismo material. La historia que tengo que contar (es un cuento) no es una historia agradable, ni de leer ni de contar... Cuando lo termine os prometo no daros la chapa con mis sensaciones e intuiciones sobre el hecho literario. No hay nada más coñazo que un escritor hablando de literatura: ¡Calla!... y escribe.
Chulería rollo: 'Yo no escribo, os mido los pulmones'
Siempre es un último cartucho; el disparo sanador que acabe con la herrumbre, que pula el metal, que lo haga brillar de nuevo para que se refleje una carcajada eterna. Siempre voy escaso de munición cuando me siento a la máquina que sea para disparar... un último intento de captar la atención de tus ojos... que no lo distraigan el vaivén de las pestañas o las legañas enredadas. Siempre acudo a la batalla mal pertrechado, con un único cartucho, un disparo/un muerto me digo, pero tal vez el proyectil pase cerca de tus limites y se estrelle en la pared del fondo haciendo ¡crac! Y, ahora, que tengo tu atención apoyo el cañón en mi sien y ¡clic! Los tendones de la mano me fallan, las corvas me duelen y prostestan al hacer su trabajo, la herrumbre me dice que lo deje para otro momento. Atrapada en el poema me dices: "¿Por qué te haces esto? Tanto daño, pequeño, tanto..." Y yo, atrapado en el poema, te vuelvo a encañonar y ¡clic! ¡Clic! ¡Clic! Tan sólo aire... en la recámara traigo tan sólo aire... la herrumbre creciendo, el metal pudriéndose y una carcajada confudiéndose con el llanto en el fondo de la garganta. El escritor acudió mal pertrechado y fracasó. Como siempre que me siento a disparar a la máquina que sea...
La canción suena, parte de mi mente pierde el suelo bajo los pies y se desparrama, busco un asidero por supervivencia... Las notas del tema me sostienen en el vacío un instante, dudo, me digo: "¿Y si...?" Una rueda dentanda empuja a otra que hace su trabajo y clic: Todo se va un poco a la mierda... Las ideas me traicionan, los nervios me aplastan y creo poder salir de allí a pulso, haciendo algo de palanca con la memoria... Pero la memoria, vejada, no puede hacer más que sostenerme la mirada y decirme que sí, que todo el dolor del trozo de mundo que me toca pisar está tirando de los músculos de mi espalda por algo... Así se invocan los demonios para conversar, para ver qué piensan del asunto...
La periferia es una tenaza a punto de cerrarse, una mandíbula bien abierta que sangra rabia. La periferia es fértil, de aspecto áspero y cicatriz en la cara, las rodillas y los codos rotos de soportar el dolor del de al lado... puño con puño y codo con codo, la periferia suda orgullo y ganas de asaltar los cielos, de hacer suya su propia voz y comenzar a marcar las líneas, a limitar al centro, a asediarlo... la periferia es una máquina de guerra de pensamiento lúcido, una posición estrategicamente perfecta a punto de cerrarse sobre el centro para que arda el error... A punto de cerrarse. Y nosostros en el centro, creyéndonos en la periferia...
Y volver de nuevo a las andadas; cómo avanzar si no.
Con un meme sobra para toda la manada.
Poetas que nunca han estado locos, poetas que nunca han estado solos, poetas que beben porque les gusta no porque lo necesiten, poetas que nunca se enfandaron tanto como para escribir un poema, poetas que tuvieron amigos de niños, poetas que escriben desde la técnica, que hacen versos como si resolvieran una ecuación matemática más o menos compleja. Poetas que son felices y que lo dicen: "soy feliz". Y sobre todo poetas que sólo quieren escucharse a sí mismos y hablan bien fuerte mientras otros poetas cerebrales o no leen. ¿Me he hecho viejo como los huesos de mis poetas predilectos o es que la poesía ya no sirve para salvar el alma? ¿Dónde quedó la urgencia por no hundirse, el chapoteo vital de no quiero morir enredado en las palabras? Si no sabes de que hablo es que nunca has cabalgado. Besos.
"El suelo está lleno de todas esas octavillas: es ese taller anarco-artístico que ofrecen cursos de lucidez a través de patadas en la cabeza y empatía electroconvulsiva: no sé, no me termina de parecer una buena idea. Quieren captarme, pero yo... como una roca."
Extracto de "La caja de herramientas" (Abandonando ejemplares en rincones oscuros para asustar a los demonios, para tensar las cuerdas de los chicos malos... eso, y arrojada por la ventana un 24 de diciembre). Sonche cousas.