mayo 30, 2023
Un último hilo de esperanza
mayo 26, 2023
Parranda
Menudo elemento, el padre de Cenicienta. El puto Walt Disney nos hizo creer que estaba muerto, pero en realidad estaba de parranda. Qué fijación por la tortura infantil, papá Perrault, fijación de las de llevar una foto de la silla eléctrica en la cartera. Un juego de cuchillos chinos. Unos alicates. Conste en acta que esa sonrisa con la que leéis estas líneas delata que lleváis en los bolsillos el morbo sádico de la Báthory, el morbo sádico de un águila de sangre, el morbo sádico de los primeros obispos. Yo quería introducir con suavidad la figura de Ravel en esta ecuación rococontemporánea, pero se me han adelantado la terribilità de Euterpe montada en la literatura del exceso, los cuentos de las criadas tañedoras de vihuela, la antolorgía de Hildegarda en su convento de filarmonías. Y entonces, solo entonces, se pueden escuchar con nitidez los bufidos ternarios de Jean Echenoz tarareando el Assez vif, trés rythmé mientras mata a puñaladas al padre de Cenicienta.
mayo 25, 2023
Deglutores de especia o especiáfagos vol 2
Deglutores de rocas doradas preparan su compota con un pez oculto en la palma de la mano. No les hable, que están a punto de desayunar y ejercer de elegantes en medio del yermo. Deglutores de rocas doradas disuelven su compota cristalina en un café mediocre. clin clin clin: la cuchara contra la loza. Tienen los labios tiznados por los vapores del opio que inhalaron sus abuelos. Artaud, hazte mago negro, anda.
¡Los locos nunca manejarán este BARCO! Tarde, eh. Parad de lanzar proclamas decimonónicas como el Litio. Toyacos psiquiátricos reciben relojes de marca de un visitador médico [gran perfil comercial: muchacho ¿me pregunto si prefieres ser del Planeta o de Los Pingüinos? Porque la cara de puta ya me traes, ¿eh?].
Esa gente que hace que me odia y no paran de tomar notas de cómo se HACE cuando HABLO. Sólo somos yo y mi ellos: todos tenemos de eso.
¿En serio estáis criando purasangres para intentar venderlos a las caballerizas del Señorito andaluz? ¿En serio? NO SABES QUÉ ASCO ME DAS. Pero te quiero igual, eh. Sólo que prefiero no escucharte, no verte, no leer tu bazofia ni pensar en contarte todo lo que sé de ti.
Ánimo, ya llegará.
Desbarrando con especial dedicación a casi todo el mundo. Ellxs saben.
Not me.
Fdo. La mosca en el ojo
Caramelos
Hace tiempo que los niños de lenguas inquietas se cansaron de lamer golosinas: ya nunca más caerán en esa trampa.
Ahora se esconden en lo profundo del bosque. Tras las ramas secas de los árboles. O bajo la tierra húmeda. Son huesos sobre carne y observan con las cuencas de los ojos hundidas.
Ellas lloran porque saben que las están buscando y que pronto no quedará ninguna. Todas las brujas serán mordidas por sus dientes infantiles y destrozadas a bocados con sus muelas de leche.
Masticadas. Deshechas.
Porque los niños muertos nunca olvidan a quien les ofrece caramelos.
Beth Lázaro
mayo 24, 2023
Esto debe acabar
ACABEMOS YA
mayo 23, 2023
La máquina
La máquina me pide que la alimente. Me suplica. Cada noche oigo su voz ebria como un soplido en mi oreja y me estremezco. Sus susurros me acompañan y me tientan. Cuando duermo, sueño con esa música que rumia en mi cabeza como un martillo que me golpea el cráneo; y solo se apaga, cuando vuelvo a oírla en la vigilia.
Cuando vuelvo a la máquina. Qué paradoja.
Y siempre vuelvo. Porque estar cerca de ella, calma mis demonios durante unos instantes que valen el oro que le doy para que se nutra.
Come. Devora. A cambio me deja jugar con ella. Soy feliz mientras dura el juego. Pienso, tontamente, que algún día me hará rico. Pero, de pronto, se acaba. Las luces se apagan. La música cesa. Allí pierdo siempre más de lo que gano y finjo que no lo sé. Porque ansío la máquina. Porque la máquina me transporta a un mundo lejano. Ajeno. Extraño.
Es un portal.
Vuelvo a casa. Siempre pensando en la máquina. Mi mente se llena de música en bucle y tintineo. Tarareo. Abro la puerta y me reciben mis hijas. Me sorprendo al verlas porque la máquina logra que me olvide de cualquier cosa. Mis hijas me piden que las alimente. Me suplican. Cada noche oigo sus voces implorantes.
Pero no tengo nada. Como siempre, la máquina se lo ha tragado todo.
Quizás, algún día, me trague a mí también.
Beth Lázaro
mayo 22, 2023
especiáfagos
Deglutores de hachís añaden su compota al café para el desayuno. Trajes blanco hueso como si el viejo y asqueroso del Tío Lee siguiera vivo: demasiada gente maldiciendo a Kurt Cobain como para que no decida volarse la cara de un disparo; le debo un cáncer de pulmón a Kurt. Ese tipo de cosas. Soy un genio, el escritor predilecto de tu escritor predilecto: me han visitado en delirios y ascensiones. Me siguen llamando pero hay miedo [o todo lo contrario]. Deglutores de hachís vistiendo, de la color en blanco hueso, rompen el continuum [sea lo que sea eso] y lanzan un motón de palabras de perdón. La redención es un trabajo arduo y colectivo, no lo olvidéis.
Os lo dije.
Os lo dije.
Lo dije.
Dije.
Que no os paren, el ejército de EEUU compra armas embrujadas a la buena gente de Haití. Ese tipo de cosas. Las balas ahora llevan maldiciones Z no uranio empobrecido. El chiste está en quiénes han abierto tantas puertas para que ahora TODO nos cuadre. No tengas fe en la ciencia, no seas idiota, la fe no es para la ciencia sino para maldecir colectivamente ese tipo de usos de la magia: balas con enfermedades culturales adheridas. Os vais a cagar cuando, aullando a la luna, ésta nos guiñe el mare crisium.
OS LO DIJE.
¿Qué vas a hacer cuándo levites hasta el techo de la habitación y ella te mire con su rostro mitocondrial?
Os quiero. Pero os lo dije.
mayo 19, 2023
El mal menor
EL MAL MENOR
CUATRO AÑOS MÁS TARDE...
mayo 18, 2023
Precocinando
A lo lejos sonaba un blues de Johnny Temple. También el puto Souvenir de Damia, cierto ruido de sables de los generales antiperonistas, tres docenas de preludios de Debussy y el metro de Montparnasse en colisión frontal con el ómnibus a Chacarita. ¡Menuda escabechina gore!, gritó papá Perrault: c’est mon Petit Pourcet, mira que lo amo con locura, pero ya no sé qué hacer con él. Siete cabezas cortadas al amanecer. Precocinadas. Podría haberlas salvado, montar sus siete novias para siete hermanos barroco, pero el viejo sádico las dejó a los pies de la violencia vicaria. Alguien robó las botas de siete leguas y puso a cocer en ellas un palé entero de huevos, a rellenar más tarde con las yemas, atún de lata y mayonesa casera. El último día de rodaje, Jeunet y Caro tenían el colesterol por las nubes.
mayo 17, 2023
tres actos por completar: 87 % y aumentando.
-I- no estarás sola
Intento sanar cada día, en veinticuatro horas es imposible. Sigo siendo un enfermo. Sigo cagando o demasiado duro o demasiado blando. Lo único que veo es droga porque porque soy un adicto. Mi primera droga entró por ¿la retina? Lo dudo. Escribo (ahora) desde ayer, hoy y siempre; siempre es lo mismo para mí. Siempre será igual aunque trate de inyectar amor en el mundo cuando obviamente estoy enfermo. Que no os devore el dragón de la avaricia, que no os devoren las ansias de hacerlo como lo hicieron los escritores muertos, ¿y si os fijáis en qué está pasando ahora? Tengo 44 años y no tengo ni idea de cómo funciona el mundo ahora. Es 2023 y me sigo comportando como un beatnik, como un Franz que no tiene acceso a la psicología ni a la psiquiatría, como un anciano que quiere ser joven, me sigo comportando como si tuviera 12 años porque desde entonces no he podido tirar de mi propio carro.
Solo veo energía, son recuerdos, mi chispazo fallido en la cabeza. Mi gente está..., mi generación está a punto de despertarse o de dormirse; confundo las cosas como si viviera al otro lado del espejo; dónde todo es de un ilógico y muy brillante. Cuando lo que pasa es que ni siquiera sé quién soy, cuáles son mis actos o cuáles son sólo actos reflejos de un enfermo mental que ha volado tan alto, tan estúpidamente alto que arde cada día en el centro de una maquinaria kafkiana, en su propia ciudad dantesca, en su oscura habitación llena de pánico y demonios y recuerdos que le señalan. Esto iba a ser una historia sobre el mundo, pero aún no he medido ni pesado todo lo que he dejado atrás. Soy una cara de cenizas, soy un vaso pegajoso de vino tinto con casera, soy una persona agredida y utilizada por unos ¿QUÉ? ¡MIRADME!
Ya estoy haciendo lo mismo de siempre, llorar por mí. Vaya, otra vez.
-II-
Soy un señor asustado por lo nuevo, un perro de cuero tensando sobre un costillar, hay polvo entre las costillas y un poco de sangre en el lavabo; poemas viejos del viejo que ríe y ríe y ríe.
Estoy dialogando con los grafitis de la ciudad, los carteles publicitando .organizaciones que tratan de evitar otra guerra, hay soldados en cada calle, están en el juego. Estoy dialogando y recibiendo una paliza por todo lo aprendido y todo lo ejercido, estoy haciendo lo viejo nuevo y lo bueno más o menos regular. Solo veo mi mente salpicando y retrayéndose otra vez. Hay vida y naturaleza en cada esquina, hay cicatrices en las cabezas de los camareros, hay un montón de miradas y narices que se estremecen y los policías ya no toman cocaína porque esteroides intramuscular.
He encontrado unas cartas manuscritas por mi padre, y bueno, era muy bueno el cabrón. Estoy sedando el tiempo mientras pienso en los líquenes y los helechos, el susurro del agua, la cañada torciendo tobillos de urbanitas, todas las ratas ya hace que huyeron al campo: la moda, la ramera subida a los lomos de la bestia, magia y viagra, flores que caen en el momento justo, jardineras presentado corta-setos y jardineros usando su maquinas de viento para que el crepitar sea cosa del pasado. Ya no quedan otoños, apenas dejan a los niños jugar con las hojas secas. Una abuela se persigna frente a una gigantesca cruz de granito. Así cualquiera. Le explico que su mesías fue ejecutado en un madero y no en una cruz, que aquello seguramente sería una licencia de algún pintor que quería quién sabe qué. Ella me mira torciendo el gesto, su marido, la coge del brazo y hace que baje con ella la calle. Los veo como a unos ancianos, no deben tener muchos más años que yo.
Os pertenecen éstas y todas las palabras que me atraviesan, de momento es así, de momento es lo que queda. Lo que nos queda, lo que nos pesa.
-III-
el tres es un número extraño para mí, el cuatro es casa por un disco azul: desde entonces todas mis canciones favoritas de un disco son por defecto la número 4.
mayo 13, 2023
NUNCA MÁS ME DUCHARÉ
mayo 10, 2023
DON LIMP I.A.
Preguntando
Si papá Perrault levantara la cabeza, quizás hiciera preguntas. Preguntas interesantes: où est mon roi? Preguntas tontas: ceci n’est pas une pipe? (mientras señala una lavadora). Preguntas trascendentes: allais-je rencontrer la Maga? Preguntas a mala hostia: dónde está tu imperio español ahora, eh? De vuelta de todo y ante la perspectiva de regresar al camposanto por 300 años más, mínimo, papá Perrault abordará, en un blogger como este, diversos ejercicios de estilo. Soñará una Cenicienta en Mónaco, un Barba Azul en un sótano de Amstetten, un Pulgarcito abandonado en Guanahacabibes, un Riquete el del copete astrofísico ultimando su Breve historia del tiempo perdido, no me jodas, Marcel. Alguien necesita terapia.
mayo 07, 2023
Santificarás las fiestas
Ningún trabajo
de ciervo haréis, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Levítico 23-25
Esta es una ciudad alcohólica. Está en coma… ¡ño!, qué risa
te da.
Ahora es mejor que todo te provoque risa, pero bajito, no
sea que alguien se percate de tu alegría. La gente de esta ciudad no debe
enterarse de la alegría del otro. Enseguida se ponen a averiguar los motivos
siniestros que provocan esa alegría individual.
La alegría debe ser colectiva.
Igual al coma.
Por eso es común encontrar tumultos alegres, alrededor de
pequeñas naves cósmicas que contienen líquido para hacer volar unos 100 metros
hacia arriba, casi cerca de las nubes; pero volar no es asunto de líquidos y el
aterrizaje es forzoso, sin previo aviso. Los alegres, entonces, van de cabeza
contra el primero o la primera que esté tan volador como él, o no lo esté. Da
igual. Lo importante es demostrar la frustración por lo corto del viaje.
Pero para ese entonces ya se habrán retirado las cámaras,
ya habrán guardado las banderas, los micrófonos, y al otro día, cuando los
barrenderos recojan los vasos de cartón, bolsa plásticas, cucuruchos de papel,
cigarros a medio fumar, banderitas de colores, cornetas de lata, monedas de a
peso y 20 centavos, mierda, aretes de fantasía, almohadillas usadas, vidrios de
botellas de ron, caramelos a medio chupar, restos de vómito; justo un poco
después, cuando la pequeña plaza esté completamente limpia, la gente volverá a
tener la sensación de que todo marcha a las mil maravillas. Y olvidarán su rabia contenida la noche anterior, al descubrir la estafa, el
engaño del corto vuelo, el estrepitoso aterrizaje.
Todo está bien, se dirán en sus camas, saboreando el sorbo
de chícharo con café que no cambiarían por el mejor Cubita o Serrano.
Every thing is fine.
Te repites ahora que ya tienes los pies dentro del cesto
enorme.
Eres una muda de ropa recién lavada y el cesto es de mimbre
y te guardará hasta que una mano te saque para planchar todas tus arrugas, tus
miserias de ropa demasiado usada, de aquí para allá. El cesto de mimbre te
guardará hasta que todo marche un poco
mejor, de verdad.
Pero no eres una muda de ropa y el cesto no es para
guardarte. El cesto se aferra con más de tres brazos al globo.
Qué globo más lindo… ¡ño!, qué risa te da, y dejas caer
sobre la azotea dos o tres lastres para comenzar a volar, de verdad.
Volar de verdad. Como si fueras un pájaro gordo y lleno de
colores y de fuego. Volar como si fueras una estrella fugaz, y allá abajo
quedan todos los alcohólicos mirándote y pidiendo 134 mil deseos, porque no se
atreven a ser estrellas fugaces ellos mismos.
—¡Borrachos fugaces!
Les gritas cuando el globo pasa por encima de las azoteas y
casi te enredas con una antena de televisor.
Los televisores están apagados.
No hay nada que ver.
No hay nada que celebrar.
En un día como hoy no murió nadie. A nadie se le ocurrió nacer ni asaltar ningún
cuartel ni dar una carga al machete ni redactar ningún documento importante que
haga celebrar al tumulto.
No hay fiestas.
Algunas botellas de ron, es lo único que venden en las
cafeterías; pero solo las acompañan músicas románticas o de tristes mensajes.
Eres el centro de todas las aburridas miradas.
Debes tener cuidado.
Si descubren tu sonrisa podrían sospechar, avisar al Jefe
de Sector, a cualquier otro con un cargo importante en la policía.
—Every thing is fine.
Repites y enseñas tus dientes al cielo estrellado, es el
único que no te traicionaría.
Pero el viento sí.
Te da empujones como si fueras una brizna de trigo. Como si
ya no se pudiera sacar nada bueno de ti. Quieres ir más suave, saborear el
escape como si fueras aquel conde vengativo. Pero no quieres vengarte de nadie,
solo quieres que nadie se percate de tu alegría, de tu escape.
Estar alegres y escapar son actos sumamente peligrosos en
esta ciudad.
Las ciudades comatosas suelen ser mucho más vengativas que
el conde francés.
Tienes derecho a estar bien, pero tu deber es estar mal.
¿Cómo lo entiendes?
No estás aquí para entender. Solo para ocultar tu risa. La de verdad.
La risa de mentiras es la única autorizada para salir a la
calle. Nadie sabe de qué sería capaz una risa sin educación, sin principios,
desbocada como los caballos que recuerdan de repente su naturaleza.
Allá abajo hay un pueblito y no es una ciudad que conoces.
Quizá has volado demasiado al oeste.
A lo mejor debías haber ido más al sur o al norte o al
sureste, pero el oeste siempre ha sido un lugar a respetar.
Nadie sabe si en el oeste de Cuba existan cowboys o
gángsters del desierto.
La gente no suele hablar de cosas tan interesantes y
peligrosas.
A no ser que comiencen a repartir cowboys y
gágnsters por la Libreta de Abastecimientos o Maité Vera escriba una
telenovela sobre ellos.
Pero eso debe de resultar un poco caro.
Qué risa. ¿Qué harías con cinco gángters al mes? O un cowboy
por núcleo familiar. ¿Lo revenderías para comprar alegría?
Qué risa.
Lo revenderías para comprar más risa.
No caben dudas. Cada vez vuelas más al oeste.
¿Y si un disparo convierte tu globo en un pedo enorme?
Eres un pedo enorme, descolorido, aterrizando cada vez con
menos control. ¿De dónde vendría el disparo? ¿De la Ley Seca o de las
Minas de Oro?
Seguro fue un siouxs.
Pero los siouxs viven más al norte. ¿En Dakota?
¿Un apache?
Esas gentes son pacíficas.
¿Un guardafronteras?
¡Dios tuyo, un guardafronteras te ha disparado!
Vas camino a estrellarte contra los arrecifes por causa de
un guardafronteras que vendrá pronto a recoger lo que quede de ti para guardarte en una bolsa verde.
¿Qué importancia tiene el origen de la bala?
Quizá solo sea que el globo se cansó de volar.
O el Destino.
—¡Ño!, every
thing is fine.
Y vas a dar con los codos contra la arena blanca y llena de
piedras dóciles, cobos, nidos de tortugas, cangrejos ermitaños.
—Esta es la tierra más hermosa que he osado pisar.
Está amaneciendo. Es la primera vez que vez salir el sol
por el lado contrario. En el malecón lo ves nacer desde los edificios. Pero
verlo salir del mar y a la izquierda es distinto. Eso no te da tanta risa. Casi
te provoca deseos de llorar.
¿Llorar?
¿En este lugar estará permitido llorar?
Los guardafronteras deben de estar por llegar. No puedes
perder tiempo con las lágrimas.
Debes reír lo antes posible.
Si descubren que estás alegre a pesar de la caída, podrían
sospechar. Si sospechan, descubren, revisarán los bolsillos y descubrirán el
resto de tu alegría.
Every thing is fine.
Dirás la contraseña, para que sepan que eres de los de su
bando y no confundan tus buenas intenciones.
¿Por qué se demoran en llegar?
¿Dónde estás?
¿En una tierra exenta de guardafronteras?
El color del cielo anuncia que no has salido de Cuba,
podrías estar en Las Bahamas, pero sabes que viajaste al oeste, y las Bahamas
están al noreste, eso no has podido olvidarlo ni con toda tu alegría voladora.
Enciendes otro cigarro. Los policías de la costa no te lo
permitirían. Absorbes con pasión, como si nunca más volvieran a verse.
Caminas.
Al pie de una palma de corcho encuentras una iguana.
La iguana te mira de medio lado, como si pensara muy mal de
ti.
Estás cansado de que siempre sospechen de ti, estás cansado
de sospechar de los demás.
También esta iguana podría ser una de ellos, los dueños de
las banderas, las pipas de cerveza, los doctores que no logran sacar del coma a
la ciudad que dejaste atrás.
—Hola.
La iguana te ha saludado.
Al parecer venció sus dudas o su timidez de reptil
fosilizado.
Quizá se anime a decirte dónde estás.
¿Las iguanas saben de geografía?
En este país todo el mundo sabe de todo. Hasta los
animales. Para eso somos parte de la ciudad
más culta del globo terráqueo, ¿no?
—Guanahacabibes.
Qué risa. La iguana sabe de geografía.
—¿Guanahacabibes? ¿Y eso está…
—¿Te suena el Cabo de San Antonio?
Con tanta risa has olvidado tú la geografía. Te pones a
caminar al lado de la iguana, es un poco difícil seguirla. Se va a la orilla del mar.
—¿Y no hay guardafronteras?
—¿Dónde no?
También sabe de política.
Y de religión, economía, historia, botánica; agrega la
iguana exponiendo su panza al sol.
—¿Botánica?
—¿Plantas para la
alegría?
Qué risa.
La iguana te muestra el camino de su plantación.
Es una iguana muy competente, y muy servicial.
—¿Te gusta?
—¡Qué verdeee!
—¿Quieres probar?
—¿Y los guardafronteras?
—No hablo con ellos.
—¿Por qué?
—No hablo con lo que no existe.
—¿Y yo? ¿Existo?
—Por lo menos existes hoy, necesitaba hablar con alguien.
—¿Existo solo porque te sentías sola?
Es una iguana muy existencialista además.
Y un poco adicta, porque no hay que ser tan exagerados, con
dos o tres plantitas tendría para todo un año.
No te confíes de la iguana. Ella cambia de color. Podrías
dejar de existir cuando abandone el verde.
—¿Y los otros?
Te has puesto sentimental. Te lo advertí. ¿De qué vale
preocuparse por un montón de adictos? La iguana te contestará que solo existen
mientras tú existas y tú existes porque existe su pensamiento y su pensamiento
existe porque ella, la iguana, se las arregló para sembrar más de cien metros
de esas plantas alegres y prohibidas.
—Porque son de verdad. Son lo único real.
—No puede ser. Every
thing is fine.
—Oh, yeah, everything is fine mientras existan
ellas, prueba a desaparecerlas y conocerás la nada.
—¿La nada tiene que ver con el coma?
La iguana vuelve a mirarte de medio lado. Quizá ha
comenzado a desconfiar nuevamente.
Podría cambiar de color. Aléjate, si es una trampa no te salvará ni que
digas la contraseña a los guardafronteras.
—Pero, ellos…
¿Por qué no te subes a esa palma de corcho? Quizá allá
arriba estés un poco seguro. Seguro de ellos, de la iguana, de las
Plantas.
—¿De mí?, yo soy todos ellos.
Estás en lo alto de la palma y ves llegar a los
guardafronteras con sus motos amarillas corriendo por la arena. La iguana está
asoleándose sobre una gran piedra y ni siquiera se fija en ellos.
El guardafrontera 1 detiene la moto y mira alrededor.
El guardafrontera 2 se baja y se acerca al cesto de mimbre
y el globo desinflado.
El guardafrontera 1 y el guardafrontera 2 se miran. Otean
el horizonte. El enemigo podría estar
acechando.
Una risa estrepitosa, de novelita de terror, se asienta en
la playa.
Los guardafronteras miran asustados al cielo.
Miras asustado a la iguana. ¿También se ríe? ¿Y sin temor?
Pero la iguana está panzas arriba, conversando con un sol
verde claro que acaba de crear en su imaginación. No tiene deseos de reírse.
Entonces recuerdas al conjunto de plantas verdes y alegres.
Sientes los tambores a tus espaldas.
Presientes que los guardafronteras están a punto de dejar de ser.
Las alegres Plantas lo han decidido.
Qué risa.
Así podrás quedarte todo el tiempo que quieras. Reír lo que
te plazca sin temor a ninguna mirada.
Conversar con la iguana sobre la existencia del hombre sin temor de que
te acusen de algo terrible. Te quedarás
hasta que la ciudad comatosa decida cambiar de adictos, de falsas risas, de
contraseñas Every thing is fine.
O hasta que alguien decida desconectarle la respiración
artificial.
mi terapeuta es la mejor, en serio
mi terapeuta me habló de las micro-socializaciones. las micro-socializaciones básicamente son ser simpático y hablar un rato con el verdulero, la librera, alguien en un café; ese tipo de cosas. lo practico [a veces] y mola bastante. te dejas de sentir solo aunque en realidad siempre lo estés [o todo lo contrario, quién sabe].
el hecho es el siguiente: creo firmemente que mi terapeuta está planteándome un escenario tipo sandbox para que establezca una relación íntima con otro ente humano. ¡claro! dirá mi terapeuta, a la que respeto y adoro [no confundamos], fijo que se hace amigo o algo de alguien.
nice try, terapeuta.
así que he decido aceptar mi naturaleza de solitarium an ratitus [obviamente no tengo ni papa de latín] y esquivar esa bala de la relación íntima en lo posible. ni familia ni amigos ni nada a lo que le afecte que haga una tremenda bomba de humo. Fernweh ha llegado a casa, la suya y la de nadie más.
Por cierto, ¿sabéis qué?: en españita el diagnóstico de asperger, entiendo por una conversación al respecto, no lo hace la seguridad social y cuesta 500 euros porque se tratan de semanas de pruebas.
No sé a qué viene el último párrafo: ¡A bailar!
Prescribiendo
Barba Azul era francés. C’est vache comme il pleut! A pesar de Bartók y de Kodály y de todos los musicólogos allende el Danubio, de Isabelita Báthory, condesa, de Vlad Tepes, príncipe valaco, y de Ceaucescu zombi, el pirata Barba Azul será más parisino que el Pont des Arts, dijo Papá Perrault. A la luz de tres tristes velas, su pluma de ganso mojada en tinta espesa rasguñó la rígida trama del papel, degollando a las esposas como Duchamp degollaría en el grand verre a los malditos pretendientes. Que coman pasteles, que hay un arco por tensar, sentenció alguien fuera de plano. ¡Corten!, dijo enfadadísimo Jacquot. Y la perra austriaca dejó rodar su cabeza un día más.
Periplo del [meta]héroe
Monomito abajo solo hay sombríos intrarquetipos. Lo descubrí una mañana sin sol pero también sin nubes, una de esas mañanas anodinas como l...
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El affaire empezó mientras Ravel leía a Barnes. Canturreaba una melodía pentatónica, todavía blandita y sin forjar, cuando por la página 42...
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Para que bailen los osos hay que cantar a media voz. Ni muy fuerte ni muy flojo. Si quieres seguir con vida mantente de pie, esgrime tu gar...
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No os lo había contado hasta ahora, pero ya no puedo retrasarlo más. Como autor omnisciente que soy, he de deciros que Papá Perrault tenía ...