mayo 17, 2023

tres actos por completar: 87 % y aumentando.

-I-                            no estarás sola


Intento sanar cada día, en veinticuatro horas es imposible. Sigo siendo un enfermo. Sigo cagando o demasiado duro o demasiado blando. Lo único que veo es droga porque porque soy un adicto. Mi primera droga entró por ¿la retina? Lo dudo. Escribo (ahora) desde ayer, hoy y siempre; siempre es lo mismo para mí. Siempre será igual aunque trate de inyectar amor en el mundo cuando obviamente estoy enfermo. Que no os devore el dragón de la avaricia, que no os devoren las ansias de hacerlo como lo hicieron los escritores muertos, ¿y si os fijáis en qué está pasando ahora? Tengo 44 años y no tengo ni idea de cómo funciona el mundo ahora. Es 2023 y me sigo comportando como un beatnik, como un Franz que no tiene acceso a la psicología ni a la psiquiatría, como un anciano que quiere ser joven, me sigo comportando como si tuviera 12 años porque desde entonces no he podido tirar de mi propio carro.


Solo veo energía, son recuerdos, mi chispazo fallido en la cabeza. Mi gente está..., mi generación está a punto de despertarse o de dormirse; confundo las cosas como si viviera al otro lado del espejo; dónde todo es de un ilógico y muy brillante. Cuando lo que pasa es que ni siquiera sé quién soy, cuáles son mis actos o cuáles son sólo actos reflejos de un enfermo mental que ha volado tan alto, tan estúpidamente alto que arde cada día en el centro de una maquinaria kafkiana, en su propia ciudad dantesca, en su oscura habitación llena de pánico y demonios y recuerdos que le señalan. Esto iba a ser una historia sobre el mundo, pero aún no he medido ni pesado todo lo que he dejado atrás. Soy una cara de cenizas, soy un vaso pegajoso de vino tinto con casera, soy una persona agredida y utilizada por unos ¿QUÉ? ¡MIRADME!


Ya estoy haciendo lo mismo de siempre, llorar por mí. Vaya, otra vez.



-II-


Soy un señor asustado por lo nuevo, un perro de cuero tensando sobre un costillar, hay polvo entre las costillas y un poco de sangre en el lavabo; poemas viejos del viejo que ríe y ríe y ríe.


Estoy dialogando con los grafitis de la ciudad, los carteles publicitando .organizaciones que tratan de evitar otra guerra, hay soldados en cada calle, están en el juego. Estoy dialogando y recibiendo una paliza por todo lo aprendido y todo lo ejercido, estoy haciendo lo viejo nuevo y lo bueno más o menos regular. Solo veo mi mente salpicando y retrayéndose otra vez. Hay vida y naturaleza en cada esquina, hay cicatrices en las cabezas de los camareros, hay un montón de miradas y narices que se estremecen y los policías ya no toman cocaína porque esteroides intramuscular.


He encontrado unas cartas manuscritas por mi padre, y bueno, era muy bueno el cabrón. Estoy sedando el tiempo mientras pienso en los líquenes y los helechos, el susurro del agua, la cañada torciendo tobillos de urbanitas, todas las ratas ya hace que huyeron al campo: la moda, la ramera subida a los lomos de la bestia, magia y viagra, flores que caen en el momento justo, jardineras presentado corta-setos y jardineros usando su maquinas de viento para que el crepitar sea cosa del pasado. Ya no quedan otoños, apenas dejan a los niños jugar con las hojas secas. Una abuela se persigna frente a una gigantesca cruz de granito. Así cualquiera. Le explico que su mesías fue ejecutado en un madero y no en una cruz, que aquello seguramente sería una licencia de algún pintor que quería quién sabe qué. Ella me mira torciendo el gesto, su marido, la coge del brazo y hace que baje con ella la calle. Los veo como a unos ancianos, no deben tener muchos más años que yo.


Os pertenecen éstas y todas las palabras que me atraviesan, de momento es así, de momento es lo que queda. Lo que nos queda, lo que nos pesa.


-III-


el tres es un número extraño para mí, el cuatro es casa por un disco azul: desde entonces todas mis canciones favoritas de un disco son por defecto la número 4.


 

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