A papá Perrault le pirra la pizza. También le gustan los libros de caballerías, bailar pavanas hasta que cierran el bar y visitar castillos medievales con muchas puertas. Le favorecen los colores rojo y verde por las mañanas, practica bondage suave con su ama de llaves por las tardes y se enfrenta a la hoja en blanco por las noches, con éxito irregular. Como tantos otros, ubica sus historietas más allá de los Alpes. Papá Perrault cuida también con total dedicación sus abdominales, es decir, los engorda. Polpa di pomodoro, mozzarella di Bufala, aglio, olio, peperoncino o peperoni, poco importa, glielo dico io! Tampoco hace ascos a la pasta fresca. Da igual carne o verdura, figurativo o abstracto, cuando hay un buen plato de macarrones y raviolis en caldo de capones, gnoccos fritos o tagliatelli al estilo de Las Marcas, ni la zorra mirando las uvas. Llámalo Bengodi, llámalo Jauja. Aun con esto, la verdadera perdición de monsieur son los dulces: mamia en kaiku, talos con chocolate, idiazabal con membrillo, tortas de San Blas, cigarrillos de Tolosa, pastel de cerezas, pantxineta, porque quien dijo Alpes, dijo Pirineos. Luego, de madrugada, sin haber escrito más de un párrafo, se levanta descompuesto a cagar al corral y dispara, como había visto en una peli de los noventa, a las gallinas. Audrey Tautou, a quien como cada mañana han despertado los tiros, le da los buenos días desde la ventana de enfrente, sonriendo crípticamente. En el fondo toda esta rutina fisiológica de su vecino le viene de perlas para llegar a tiempo al set, porque ya sabemos cómo se pone Jean-Pierre si los actores llegan tarde. Cosa facciamo?
agosto 26, 2023
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