abril 20, 2024

Privada de su virginidad

 Toda crónica comienza con un ultraje. Nimio, veleidoso. Cuando no era por celos, era por envidia. Qué necesidad de humanizarse tenía el panteón griego, joder. Debe ser insufrible la divinidad. Andaban Tetis y Peleo en plenas nupcias y Eris que para la más bella. Allá que iba la joven Leda a dar de comer a los patos y Hera qué cisne ni qué cisne. Tejía Aracne hermosos tapices y Atenea que te quites, bicho. Sin embargo, es la impulsividad barra incontinencia barra perversión masculina la que genera ocho de cada diez parábolas. La violencia sexual es el carbono del mito. Antes laurel que virgen. Si no eres para mí, serás para el cielo estrellado. La entrada de papá Zeus en Wikipedia debería ilustrarse con su foto pasándose el consentimiento de sus víctimas por la cima del Olimpo. Ovidio y Apuleyo asoman medio cuerpo desde el backstage y hacen un gesto aquiescente con los cuatro pulgares hacia arriba. ¿Cómo no dirimir en favor de Eros la disputa con su madre por un quítame allá esa nuera? Júpiter, dios de la violación, se hizo el digno. El chaval ha privado a Psique de su virginidad, justo es que la acoja y la despose. Y más tarde, en voz baja, que se casen, hija, que la chica, una vez estrenada, es un trasto viejo, no te hará sombra por más que enamore a la cámara, los mortales solo son cabos sueltos, a servir coño no te gana nadie. 

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