junio 15, 2024

Prodigiosamente almacenada en las manzanas

 Una vieja Nikon figura paisajes furtivamente cambiantes, como cuerpos que envejecen. El alma y las uñas, capítulo 80. Los poetas son algo parecido a un grupo de patinadores chocando entre sí y dejándose las rodillas en el hielo. Una luz que va creciendo entre albaricoques calientes. Poetas. El alma trascendente de la literatura, la conciencia eterna de las palabras. No hemos hablado de los cérvidos de los cuentos, ya son muchos animales. Me acuerdo de la corza blanca de Bécquer, otra vez nívea en tanto mujer, de nuevo hechizada. Me acuerdo también de Acteón y sus perros. No dije nada hasta ahora de los lápices Alpino, porque no vino al caso. Aurora nos los evoca, que en ocasiones el quehacer poético es guarnecer de recuerdos. Bailar o rezar, una obsoleta cámara de fotos, un día cualquiera de verano. Todo lo simbólico y esencial puede estar prodigiosamente en un puñado de tierra mojada, almacenado en unos versos garabateados a los veinte, oculto en la ambigua confusión de las manzanas. Sin saberlo, Ravel baila con Aurora, nobles y sentimentales. Las correspondencias son también impredecibles. El vaivén siempre es en ambos sentidos y las ondas se cancelan o amplifican. Si escuchas cierta música con la atención suficiente puedes percibir, bajo el silencio, la risa milenaria de las corzas burlándose, como tú, del pecado original. Me gustaría escribir para llegar donde estés y tocarte.

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