febrero 06, 2024

Todo gratis, ¡to pa mí!

 Las BiciMad volvieron a ser gratis durante unos meses, justamente un poco antes de que empezarán las elecciones de nuevo. Toda la gente, sobre todo las jóvenes, lo usaban mucho. Ya sea para ir al curro, ir a la compra, dar una vuelta con tus amigues, hacer carreras ilegales absurdas o dar una vuelta por el barrio porque quieres despejar la mente. Lo importante es que era gratis y se usaba mucho. 

Cuando pasaron las elecciones volvieron a ser de pago, otra vez. Pero esta vez ya no tenía gracia, no podía ser que te dieran algo gratuito para después ponerlo de pago y encima más caro. Mucho más caro. Ahora la vuelta del curro sería más larga y tediosa. Esta vez la gente no empezó a hacer tik toks haciendo el meme de echar de menos las bicis, sino que las boicotearon. Si yo no puedo usarlas gratis, no va a poder usarlas nadie. Al principio cortaban los frenos, rompían los radios, quitaban el código QR o las quemaban, cada persona hacía cosas diferentes. Y todas ellas se empezaron a hacer virales por redes sociales para que pudieran coger ideas las demás. 

El gobierno no sabía que hacer, no quería poner las bicis gratis, aunque ya era tarde. Empezaron las manifestaciones. Estas manifestaciones no las llevaba ningún sindicato ni partido, era gente normal hasta el coño de todo. La pancarta ponía "Esto pa mi. Esto pa ti. Esto pa todes" con este eslogan declaraban que todo lo que debía de ser gratis, iba a ser gratis. Las casas, la comida, el ocio... todo iba a ser gratis a partir de ahora.

La gente empezó a okupar casas, a robar en supermercados, a colarse en eventos de pago. Todo iba a ser gratis les gustase o no al gobierno. La diversión se hizo política por primera vez. No pedían pan, querían comer lo que les apeteciera. No pedían dignidad, el trabajo no dignifica. No pedían derechos, iban a crear los suyos propios con sus manos desnudas. 

La diversión era el lema de toda esta revuelta, obviamente una diversión gratuita. ¿Y que les parecía divertido? Hacer disturbios. Los disturbios empezaron a normalizarse en todos los lugares de España, esto era imparable. Nadie puede parar la diversión. Cuando alguien quiere divertirse no habrá ni policía ni gobiernos que los puedan parar.

La única manera de parar esto no era poner gratis BiciMad, eso ya era secundario, exigían divertirse gratis. Lo que hicieron es pagar a muchos youtubers e influencers para crear un contenido nuevo hablando de diversión gratuita, pero fuera de la ilegalidad. Con el tiempo sofocaron la revuelta y ya quedaba poca gente queriendo hacer cosas ilegales, que fueron detenidos, incluso desaparecidos. Ahora lo que era divertido era lo que decían influencers o eventos que montaban, que eran financiados por el gobierno para parar todo. Vuelta a la normalidad. Vuelta al aburrimiento. No tardaría en estallar todo ya que la diversión era algo que nunca pararía, la diversión reventará este mundo.

febrero 03, 2024

Piña, papaya, paraguayo

  Hay fruta. Mucha fruta. En los banquetes reales. En los trucos de las hadas. En las alacenas frugales. En los predios de los latifundios. El gato con botas gustaba más de la carnaza. Perdices, faisanes, liebres, hasta gorriones si andaban al descuido. Era un gato, pues, qué esperaban vuesas mercedes. Aún así, algunas veces le pillaron los chambelanes del marqués comiendo fresas con delectación de minino sediento. Lo de los ogros es harina de otro costal, porque no solo huyen por norma del frutero y abrazan sin reparo la chicha cruda, sino que además necesitan que el filete proceda, sí o sí, de un menor no tutelado, para no perder el paladar. Aquí los comefrutas somos todos primos de simio: príncipes, ancianas, leñadores, doncellas. Una reminiscencia arbórea, milenios de recolección aérea en el ADN. ¿A qué hijo de vecino no le complace una tajada de melón o un zumo de naranja? ¿Dónde fue a parar el placer clandestino de subir por las ramas a robar cerezas? Tampoco las hadas hacen ascos a los frutos sabrosos. La piña, la papaya y el paraguayo, entre sus favoritos. Y tienen que venir por avión, que los reinos de fantasía quedan lejos para los barcos, imposibles por carretera, y la fruta no conserva su tersura original y llega mustia a los ágapes. En realidad el comercio aéreo internacional de fruta lo gestionan emporios de hadas, con sede en ciertos áticos indeterminados entre la City y Kensington Park. En los almacenes de los aeropuertos se les tiene mucho respeto a las hadas de la fruta y nadie se atreve nunca a almorzarse ni un lichi aunque sus supervisores estén despistados. Os interesará saber también que a Papá Perrault le gustan las peras confitadas. Su ama de llaves las tiene muy dulces y jugosas, a pesar de estar fuera de temporada. Monsieur Ravel, por su parte, es un hooligan de las manzanas fuji. Ya le conocéis. No hay constancia de que el músico tuviese problema alguno con las peras, todo aquello son habladurías, pero sí es sabido y proverbial que Perrault no soporta las manzanas, por alguna fijación bíblica tal vez, y que por eso tiró de ruecas en sus cuentos. Algún crítico aburguesado, enemigo del autor, documentó en círculos oficiosos una famosa riña que mantuvieron Cenicienta y la Bella Durmiente por la sustracción e ingesta de un mango maduro. Ocurrió una tarde triste de noviembre, cuando las dos eran roomies en un castillo de los suburbios. Mientras Perrault, responsable legal, tomaba destilado de grosellas en una taberna del barrio, Bella se levantó hambrienta de una larga siesta y le robó el abultado manjar de la nevera a Cenicienta, que por culpa de la madrastra se había vuelto frugivorista a la fuerza. El viejo volvió tarde y borracho al castillo, cuando ambas ya se habían arrancado los ojos la una a la otra. También es digno de mención que tanto los pagodas como los oompa-loompas se alimentan exclusivamente de bananas.

enero 27, 2024

Préludes

 El assez lent et trés espresif de 1913 es tragarse a Ravel entero. Minuto y medio para darse un atracón sin tener que tirar de almax, como con Dafnis y Cloe o Gaspard de la Nuit, que son platos contundentes. Esto es cuñita de pélardon, tomate trinchado y copazo de tinto. La sinopsis de la dieta mediterránea. Por el contrario, el arranque de Le Tombeau de Couperin resulta deliciosamente hipnótico, un dejarse caer por los salones de moda, devaneos de musas quizás algo obesas y nadar, nadar en un aperitivo entre el dulce y el salado, no sé, quizá un canapé de tomme con la mermelada de cerezas justa. Dicen las malas lenguas que Ravel destruyó en su juventud tantos preludios como fugas, por académicos, rígidos y reaccionarios. Y que comía manzanas fuji hasta el empacho. Pero las malas lenguas son como las buenas y mienten. No puedes dejar que las habladurías te atraviesen de nostalgia por escuchar cosas que nunca existieron más allá de unas tardes de trabajo y unos garabatos en la pauta. Qué insano. Juegos de agua (mimolette), el concierto en sol (livarot), la silueta de Don Quijote declamando versos a Dulcinea, palabras que serían las últimas (reblochon). ¿Acaso no es suficiente la realidad sin tener que echar mano de lo posible? ¿Es que queda algún fermento lácteo por redescubrir? Dejemos el sucio husmear por entre archivos inmaculados y cavas olorosas para los sabios tañedores y los gastrónomos anacoretas. Vivamos, mea Lesbia, aquello ya pertinentemente catalogado. La vida es un prélude a la inexistencia, un calentamiento para la danse macabre de los que nos precedieron, que será la nuestra, la de Ravel, la de Quijote y Cartouche, la de Pizarnik, Barba Azul y Báthory, el fin de los inocentes y de los culpables, el severo regreso a la nada. La vida es la exuberancia adolescente mirándose al espejo. El sabor amplio del chabichou. El clave bien temperado. Si alguien me preguntase qué es para mí la muerte, diría no escuchar más Ravel, pero la verdad es que lo que más me joderá, egoísta de mí, va a ser no volver a catar el queso. 

enero 21, 2024

El padre invisible

La navidad es como ese poema de Bukowski en el que relata lo triste de la sonrisa de su madre, y ella le insiste: «sonríe, Henry, sonríe». Todo es más húmedo y frío en navidad cuando no tienes guantes. Acudes a las cenas y citas familiares con una sonrisa y es la sonrisa más triste que jamás han visto nunca. Y si no sonríes te preguntan: «¿por qué no sonríes? Si es época de sonreír». 

A mí me revienta que haya una época de sonreír. Intento mantenerme firme, pero no puedo más que tiritar pensando en lo que viene. Solo hay una época del año en la que los gritos y la culpa se multiplican por cinco. Solo hay una época del año en la que siento miedo a parecerme a mis dobles: y agarro mi humanidad lo más fuerte que puedo, pero se me escapa, es que se me escapa...

Aún recuerdo ese día en el que el amigo invisible de mi tía se gastó el dinero del regalo en alcohol. Luego vinieron los berridos, las amenazas, los animales y todo el arca. Solucionó el tema más tarde comprando tres euros de golosinas. Los tres euros que necesitábamos para comprar la fruta, los robó de la cartera de mi madre y le dijo a mí tía: «toma, tu regalo». 

Y todos contentos, y todos felices cantando villancicos. Y yo, con la cabeza gacha y mi sonrisa adolescente de empleada temporal de Pans&Company, entonaba un tímido canto frustrado de sirena anulada. Y supongo que parecía feliz también.


Beth Lázaro 

enero 20, 2024

Produite et mise en boite

 Esta reflexión/viaje/ceremonia también está enlatada. Procuraremos que el lector pasivo se sienta cómodo durante la visita, con su bata, su café con leche, su cara de dormir siempre poco, su pereza intrínseca. Produite et mise en boite. Envasada al natural. Comencemos. A principios del siglo XIX, Bryan Donkin abrió la primera fábrica de latas de conserva en un hangar cochambroso de Bermondsey. Cien años después, Gabriel Mourey invocó al espíritu del agreste Pan para escribir los versos de Psyché. Ocho meses más tarde, Claude Debussy se encontraba en un burdel de Argenteuil con una puta cantarina y pensó por primera vez el tema descendente de Siringa. Cuatro años y medio antes, Michel Fokine leyó por primera vez a Longo. Tras la Gran Guerra, Maurice Ravel orquestó en Fa mayor una tarantela que al piano estaba en Mi mayor. Dos décadas antes, un luthier de Huancayo fabricaba con sus manos encallecidas la que iba a ser su mejor zampoña. A tres semanas de la erupción del Vesubio, un tallista pompeyano esculpía bajo un techado de paja un fauno lascivo en piedra caliza. En 1866, el folletín El Nacional publicaba Las Geórgicas de Virgilio, en traducción de un tal Juan de Arona. Anteayer, tres miembros encapuchados de Acción Poética Conquense dejaban en un muro del Paseo de San Antonio la siguiente pintada: AL PAN, E-300 Y AL VINO, SULFITOS. Mucho antes de eso, Juan Varela blanqueó a los piratas sodomitas en nombre de la moral heteropatriarcal, mintiendo que secuestraron a Cloe (hembra) en vez de a Dafnis (macho). Décadas después, un escritor alto y con barba, amigo de Alejandra Pizarnik, escribió que solemos perdernos en cañaverales de palabras y cuanta razón tenía. Medio siglo más tarde de lo de Mourey, concretamente a las 16:27 del 2 de marzo de 1961, el artista conceptual Piero Manzoni se sentaba en un inodoro de Milán con el estómago algo revuelto por el atracón de polenta del mediodía.

enero 13, 2024

Palinuro

  Cuando Virgilio asumió el encargo, no pensaba que tendría que cargarse a nadie. Quería salvarlos a todos en la travesía, que ya bastante jodidos venían de sobrevivir al asedio de Troya y demás desastres de la guerra. No obstante, bisnes son bisnes, tuvo que hacer algunos cambios. El mantuano nunca olvidará la visita del dios de los mares, una noche queda, cual fantasma de los solsticios pasados. Estaba en camisón y gorro de dormir, retozando en su triclinium, cuando entró Neptuno sin llamar, vestido como un comerciante de navajas de afeitar, traje raído, sombrero chicago-años-veinte y un maletín esposado a la muñeca. Se sentó en una silla sin pedir tampoco permiso, con el maletín en el regazo, y fue al grano: Mira, Virgilio, hemos leído el borrador que remitiste y tenemos algunas dudas. ¿Dudas? Sí. ¿Qué dudas? Pues básicamente que no hay sangre. Tienes que matar a alguien. Hombre, ya los mató Homero a casi todos en la precuela, para qué voy yo a… El jefe quiere al menos un fiambre importante. El mercado manda. No puedes negarte, dijo Neptuno. ¿Pero el jefe no eras tú?, se rebeló Virgilio. Neptuno movió los ojos furtivamente un par de veces. No te salgas del tema, Virgi, queremos un cadáver. Voy a matar a Anquises. Ese no cuenta. Es viejo. Cárgate a uno más joven. Si no hay fiambre no hay pasta. Está bien, mataré a Eneas, que me cae mal. Neptuno alzó una voz de marejada. ¿Estás putoloco, Virgilio? No puedes matar al prota, que esto no es juego de tronos. ¿Cómo que el prota? Lo que oyes, Eneas será el prota. Y tamborileó impaciente con los dedos sobre el maletín. Virgilio iba a protestar, pero sintió un tifón recorrerle el espinazo. ¿Entonces a quién me cargo? Matas a Palinuro y no se hable más. ¡Palinuro es el piloto, Nep, sin él no fundarán Roma en la vida! Añade más barcos. ¿Cómo que más barcos? ¿Qué arreglo con eso? Así alguno llegará. Hubo un silencio. Mira, Virgi, si quieres estar en el candelero tienes que hacerme caso. El jefe quiere a Palinuro, ¿no?, pues tú se lo das. El cómo ya es cosa tuya. Tienes libertad. Pero… si…, balbuceó el guionista. Palinuro, Virgi, Palinuro, no seas plasta, atajó el dios caminando de repente hacia la puerta. Ah, y también queremos que metas a Escila y Caribdis. Es nuestra última palabra. Virgilio guardó otra vez silencio mientras lo miraba marcharse. Al final dijo: Oye, Nep, espera, ¿qué llevas en el maletín? Lo de siempre, contestó Neptuno sin girarse apenas, el tridente plegable, mi kit de escollos traicioneros y una bolsa de terribles tormentas marinas. Y se marchó con viento fresco. Virgilio tragó saliva. Se quedó, reclinado como estaba, mirando la puerta. Si el mejor piloto del Mediterráneo sucumbía, toda la narrativa se vendría abajo. Luego se reclinó más para quedar mirando al techo. Reflexionó hasta que unas lágrimas se le extraviaron de los ojos, mar a través, por las mejillas. Palinuro le caía bien, mejor que Eneas, el muy estirado. Sería durísimo reescribir toda la Pulinuriada. Y añadir naves. Joder, ¿cuántas? Tendría que cambiar hasta el título, nada más que por exigencia de Neptuno. Eneida sonaba fatal. Se durmió pensando que si quería cobrar ese guion iba a tener que afilar la olivetti y capear el temporal.

enero 06, 2024

Polenta

Madame d’Aulnoy también fumaba Apuleyos, uno tras otro, a su manera. Donde había una hermosa doncella eclipsando a Venus Murcia puso a Laideronnette. Se cepilló a los sirvientes etéreos y los cambió por pagodas de porcelana. Donde estuvo el dios Cupido, colocó un reptiliano embrujado. Y es que ese cuento del serpentino es como poco el reverso tenebroso de Eros y Psique, ya sabéis, lenitivo para quien desespera, talabarte acusador, será nieto de Marte cada hijo que paras. La vieja psicología pretende la luz, pero en lo más profundo de sí misma no ama al dios sino a la oscuridad, la noche oscura del alma, el memento buffandi de un listado de leguminosas, su apólogo o visión. Tenía anotado también algo sobre las hormigas, pero no recuerdo para qué. En compensación daremos cuenta de Venus Myrtea y sus querencias de suegra jardinera y arisca. Cuando la diosa se entera de que el alma castigada ha ostentado el metamor de su propio hijo, dispensa una orden de busca y captura, ofreciendo la recompensa habitual para con quien entregue a su nuera, esto es, un polvazo de alto standing con la divinidad requiriente. Aquí D’Aulnoy se marca otro de sus fantásticos trucos de magia, puede que por efecto del doble cero que se ha fumado o por influencia directa del mago Pop: los trabajos venéreos que planeó Apuleyo para la esclava Psique acabaron siendo los locos castigos de la malvada Magotine. Legumbres, rocas, pastelitos de polenta, jarras sin fondo, un totum revolutum de malditismo surrealista, cosas de dioses y sus venganzas, travesuras de las hadas, cuentistas y su vanidad. Qué buen arroz con lo que había en la alacena, qué potaje sabroso con sus ingredientes en crudo. Acabo de recordar el porqué de las hormigas. Cuando trabajas para el hormiguero, has de acostumbrarte a la oscuridad.

diciembre 28, 2023

Polvo para quien no la amó

 En el cuento Las hadas, vaya título, Papá Perrault, una hermosísima y dulce joven escupe rosas y carbúnculos, a razón de una u otro por palabra. Debería ser un premio hablar piedras preciosas y flores silvestres, pero huele a enfermedad rara, a castigo de rey Midas, a condena divina. En algunos cuentos de moraleja existe el paralelismo de una hermana fea y maleducada, como en este, cuyo castigo es, a priori, mucho más grave. El hada la convierte en un oráculo que regurgita culebras y batracios, otro clásico de la literatura. La segundona maleducada no notará empeoramiento, porque ya daba asco de antes. En cambio la primera, la santa, pasará de una esclavitud familiar a otra política. Me explico. Huelga decir que la tradición contempla la existencia de un príncipe que, yendo de caza, se topa con la maciza escupediamantes, Helena tardomedieval, polvo para quien no la amó, sus versos humo. Dicho príncipe se enamora de ella, además de por su bondad y belleza naturales, por su provechoso don de escupir riquezas, qué coño. Inesperadamente, este Paris resulta ser muy avispado. Lo que Perrault no te cuenta es que al llegar a palacio y formalizar el contrato matrimonial, su suegro, el rey, pone a esta gallina de los huevos de oro, atada decúbito prono, a recitar la biblia 24/7 con la cabeza volcada en un embudo que va directamente a las arcas del estado o a los jardines municipales, según escupa joyas o vegetales. Solo descansa de los vómitos cuando el príncipe la viola dos veces al día obligándola a guardar silencio para que no le lluevan zafiros y crisantemos sobre el tálamo. Sospechan los doctores del reino que la descendencia escupirá también perlas, aunque cada seis o siete palabras y de contrastada peor calidad. 

diciembre 17, 2023

Patizambo

 De regreso de tantas lecturas, Pulgarcito, el avispado Pulgarcito, se había convertido en un pequeñísimo Odiseo. Callado te lo tenías, viejo Perrault, qué desborde por la banda, qué finta vivaracha, qué cinturita rota. Muy pocos cayeron al principio, es cierto, pero siglos de minucioso estudio terminaron por descubrir el ardid. Pulgarcito, con su altivez biliosa, quiso hacer con miga de pan aquello que lograra con guijarros en otras contiendas: vencer, regresar sobradamente a Ítaca, incorporarse a su trono y abrazar a su esposa. Jactarse a diario de su propia astucia durante meses de merecido descanso. Así se empiezan a ver las costuras, justo por la jactancia. Los pajarillos, como traicioneros vientos y otras añagazas de Poseidón, se zamparon las señales, dejando a Pulgarcito sin baliza con la que guiar a sus hermanos por la espesura mediterránea. Los niños abandonados eran metáfora de la tripulación desamparada. La elección entre el ogro y los lobos, una franca parodia de Escila y Caribdis. Cuando tocaron tierra en el reino de los Cíclopes, los lectores estábamos ya seguros de que aquel ser de un solo ojo que perseguía a Nadie se correspondía, punto por punto, con el ogro comeniños. Hubo incluso quien identificó a las siete hijas coronadas del monstruo con Circe, Calipso, alguna Sirena, Leucótea, Nausícaa, Euriclea y la mismísima Penélope. Ahora bien, si miráis fijamente, amigos devoracuentos, hacia las sombras del bosque, allí donde pocos ven y ninguno se atreve a adentrarse, hallaréis que Perrault, mediante el personaje del ogro, no pretendía encerrar el espíritu terrible de Polifemo, ni mucho menos. El lector verdaderamente atento sabrá, a estas alturas, que aquel engendro cruel no es otro que el patizambo Tersites, menospreciando la pertinencia del combate. Y en ese mismo instante, ante vuestras narices, la Odisea se transformará en Ilíada, y todo cuento será un poema heroico cantor de esta campaña. Pulgarcito, un Aquiles abúlico. Sus hermanos, los petulantes jefes aqueos. Menelao, padre estulto y desesperado, abocándoles sin miramientos a la angustia guerrera frente a los muros de Ilión. Y Helena, ante todo Helena y su cuerpo de diosa, representará por siempre el desamor de las malas madres que hubo en la literatura. Ágave y Medea, Bernarda Alba y Doña Bárbara, la señora Wormwood y Nicole Blanchard, Emma Bovary y Cersei Lannister. Hijos traicionados en el afecto, hijos abandonados como extraños en el bosque, hijos devorados por la amargura. Qué razón tenía Carnero. Es la decrepitud lo que enciende esta guerra.

diciembre 14, 2023

Apoya lo underground, no te arrepentirás

 Apoya lo underground, no te arrepentirás

Distri Aslogh era una distri inofensiva, aunque se cagara en los muertos de todos, no iba a pasar nada más allá de eso y algunas antologías. Lo mismo pasaba con Fase Zen, era una simple radio poniendo música y hablando. Al cabo del tiempo, cuando Aslogh montó una antología llamada "100 maneras de asesinar a Elon Musk" y se llenó de relatos de todo tipo de gente, es cuando empezó el problema. Puede que fuese porque se intentó poner esa antología por venta en Amazon para vacilar y ganar dinero a costa de la muerte del propio empresario. Ese fue el primer problema, ya que dijeron que la prohibirían en un tiempo y toda persona que mandara relatos o la apoyara iría a juicio con la distri. Fase Zen decidió hacer un especial en la radio relatando la antología entera, era una radio pequeña, ¿qué podía pasar? 
Aslogh y Fase Zen seguían activas sin juicios ni nada, parece que por ahora se estaban librando de una buena. Al año siguiente salió una nueva antología "Ojala resucite para volver a matarle" el propio nombre explica de que trataba. Llegaron relatos de como resucitarían a LoveCraft, Hitler, Colón, la abuela de muchos políticos para que no nacieran sus nietos y miles de historias atacando a quienes nos gobiernan y nos llevan a la miseria poco a poco. Esto si que no hizo gracia al gobierno de turno, y mucho menos a los empresarios que dieron un golpe a la mesa y pidieron acciones legales contra esta distribuidora. Después de sacar esa antología dejó de escribir por Twitter, nadie supo nada más de ella. Los rumores corrían por Twitter y por todos lados "la han matado" "se ha arrepentido" "esta chupando cárcel"... 
Al mes Fase Zen decidió hacer un especial hablando de Aslogh, ya que estas dos movidas se llevaban bien y siempre se han apoyado, ¿cómo no se iban a apoyar en estos momentos? El directo empezó por la noche, a eso de las 22 como a él le gustaba. Fue un directo lleno de gente, ya que echaban de menos a Aslogh y estaba en boca de todes. El directo trataba de hablar de sus relatos, de la injusticia que era todo aquello y un poco de nostalgia cuando subía fanzines random. Casi terminando el directo un golpe sonó seco y después un par de ruidos extraños. La voz de Fase Zen había desaparecido. La gente empezó a hablar de ello por Twitter, y al igual que con Aslogh, los rumores empezaron a volar. 
Aquel directo duró dos días sin ninguna voz, todo en silencio. El silencio de dejar el underground muerto sin nadie dando bombo. Fue la tumba del amor a la movida. 

diciembre 04, 2023

Pietà, signori miei!

 Hay muchos hombres que son más monstruosos que vos, escribió Madame de Beaumont sobre un papel perfumado, pero no me casaría contigo ni harta de vino, puto Chewbacca. Y la Bestia se marchó a llorar junto a la rosa marchita. Oh, piedad, señores míos, no descarguéis sobre mí la daga de vuestra ira. Monstruos, monstruos impíos, que surgen del légamo, serpientes resbaladizas, musgo, deseo, nieve. Háblenle de piedad a Beatrice Cenci, protoguillotinada, donde había una muchacha hay un cadáver, por la inclemencia de Clemente VIII. Qué ironía. Háblenle de misericordia a Ludovic, que ahora pienso en el tristérrimo Niño pez de Mark Richard y, tras leer a Queffélec, los confundo. Esa novela no podía acabar bien. Háblenles de compasión a las vírgenes, la del Vaticano, la Rondanini, las de Van Der Weyden, a los ángeles borrosos de Antonello da Messina. Háblenles de sus hijos crucificados… Las ramas, los cerros, el turrón, cerdo venecianista. Está bien, está bien. Al grano con Perrault. Ni Barbazul, ni el ogro de Pulgarcito, ni la suegra de la Bella durmiente, ni la madrastra de Cenicienta, ni el maridito de Grisélida, ni el lobo, ni el hada vieja, ni la madre que los parió a todos juntos sienten piedad por sus víctimas. Son psicopatías de manual. Carecen absolutamente de empatía. Tienen el lóbulo frontal como un plato de espaguetis. Estos son los hechos, aseguró de rodillas el gordo Leporello. Yo no sabía qué hacía il mio padron, donna Elvira, ni soy culpable di sue donnesche, madamina, il quadro non è tondo. Tampoco estuve presente, donna Anna, en el asesinato del vostro caro padre. No, don Ottavio, no vengue la sangue del vecchio descargando sobre mí la estocada del rencor. Oh, Zerlina!, di Masetto non so nulla! Huye, Leporello, huye. Di fuori chiaro, di dentro scuro. En el fondo albergo demasiada piedad, dijo el coro de los agraviados, yo que me creía despiadado.

Periplo del [meta]héroe

 Monomito abajo solo hay sombríos intrarquetipos. Lo descubrí una mañana sin sol pero también sin nubes, una de esas mañanas anodinas como l...