A papá Perrault le pirra la pizza. También le gustan los libros de caballerías, bailar pavanas hasta que cierran el bar y visitar castillos medievales con muchas puertas. Le favorecen los colores rojo y verde por las mañanas, practica bondage suave con su ama de llaves por las tardes y se enfrenta a la hoja en blanco por las noches, con éxito irregular. Como tantos otros, ubica sus historietas más allá de los Alpes. Papá Perrault cuida también con total dedicación sus abdominales, es decir, los engorda. Polpa di pomodoro, mozzarella di Bufala, aglio, olio, peperoncino o peperoni, poco importa, glielo dico io! Tampoco hace ascos a la pasta fresca. Da igual carne o verdura, figurativo o abstracto, cuando hay un buen plato de macarrones y raviolis en caldo de capones, gnoccos fritos o tagliatelli al estilo de Las Marcas, ni la zorra mirando las uvas. Llámalo Bengodi, llámalo Jauja. Aun con esto, la verdadera perdición de monsieur son los dulces: mamia en kaiku, talos con chocolate, idiazabal con membrillo, tortas de San Blas, cigarrillos de Tolosa, pastel de cerezas, pantxineta, porque quien dijo Alpes, dijo Pirineos. Luego, de madrugada, sin haber escrito más de un párrafo, se levanta descompuesto a cagar al corral y dispara, como había visto en una peli de los noventa, a las gallinas. Audrey Tautou, a quien como cada mañana han despertado los tiros, le da los buenos días desde la ventana de enfrente, sonriendo crípticamente. En el fondo toda esta rutina fisiológica de su vecino le viene de perlas para llegar a tiempo al set, porque ya sabemos cómo se pone Jean-Pierre si los actores llegan tarde. Cosa facciamo?
agosto 26, 2023
agosto 19, 2023
Preterintencionalidad
Tal vez el ogro solo quería almorzar. Almorzar niños abandonados. Niños perdidos. No quería acabar degollando a sus siete hijas. Pobre. Qué chasco. Sus pequeñas vampirinas de dientes separados. Un daño causado más allá de la intención inicial. Præter intentio, escribió al margen papá Perrault, yo solo quería asustarlos, señoría, y lo imaginó escondiendo las manos en los bolsillos del delantal. Pulgarcito, el héroe, el Odiseo ladino, azote de ogros gibosos y maestro de argucias, solo tuvo que cambiar los gorros de dormir de sus hermanos por las coronas de oro de las jóvenes ogresas. Otra vez el oropel. El capital que os hará libres. Las niñas nadando, tal cual, en su sangre. Ni rastro de preterintencionalidad, sino cálculo. Y como hoy va de ogros la cosa, hablemos de la suegra comeniños de la Bella Durmiente. En la segunda parte del cuento, escamoteada sin reparo al gran público, el viejo parisino ingenió una nueva aventura de infanticidios. Ya nos conocemos. Un macho negligente, una abuela malvada, unos chiquillos jugositos, salsa de cebolla y mostaza, una madre aún adormilada, dientecito de ajo, el mayordomo a lo Schindler, nariz de azúcar, un corderito sustituto, un cabrito expiatorio, los ingredientes habituales del estofado, en fin, un thriller alemán de sobremesa. Tal vez la mujer solo quería evitar que la tachasen de mala madre cuando contrató a aquella nourrice rubia.
agosto 12, 2023
Plexiglas
A veces hay fallos en la trama y te caes hacia dentro. A veces una historia pueden ser dos, tres, cuatro, los restos de un paraíso, una experiencia existencial, la preubicuidad orientalizante. Compartimentos plásticos. A veces la rueca es la manzana, el gato es la bruja, la Bella es Laideronnette. Todo depende de la dosis de metacrilato. Papá Perrault puso una vez cara de hermanos Grimm d’Aulnoy Villenueve Andersen Barajas Junior y el lecho de oro y plata en el que dormir un siglo fue, de repente, una urna de plexiglas custodiada por enanitos. Esas conexiones neuronales son impredecibles. Yo, Walter Elias Disney, buzo de lavabos. ¿Alguien sabe por qué elaborada perversidad el hada buena no sedó también a la reina y al rey, lo mismo que al resto, por cien años? Ya son ganas de dejar los cadáveres por ahí, en el gran salón, sobre sendos tronos, para que tu hija los encuentre mondos al volver del más allá. Mucamas sudorosas, damas de honor y compañía, gentilhombres peripuestos, militares condecorados, mayordomos culpables, cocineros vascos, guardias civiles y guardias suizos, pajes, pejes, pijos, pujos, pajas, sotas, sietes, valets, escuderos, gendarmes también peripuestos, perdices, mastines, faisanes, percherones, lavanderas, planchadoras, cerilleras, golondrinas, Pouffe, la pequeña Pouffe, la tristísima Pouffe, durmiendo la mona diez décadas como los demás siervos, sentenciados a muerte, qué largo fue el tiempo de los faraones, vasallos asesinados en sus puestos de trabajo. Todos murieron con la princesa, prevista resurrección masiva, eso sí, a medio/largo plazo. Pero no el rey ni la reina, no la reina ni el rey, que con la frente marchita y estoica velarán a su hija cuajados de lágrimas, vahídos e insomnios, hasta que la sed y el hambre se los lleve a las cocinas de cuando en cuando, y el deseo de luz solar puede que al jardín de zarzas crecientes, o a solazarse en el íntimo jacuzzi, ya sabéis, el sexo a los sesenta puede ser muy placentero, y un gimnasio completo adyacente, para tonificar, salón de té, pista de tenis, cama de tres por tres, cine en casa, sin que nadie les incordie, les perturbe o les tosa, por fin felizmente infelices en una vida high class, hasta que la artrosis o la demencia los agriete una tarde como mamparas de metacrilato, de esas que igual te encierran un fiambre blanquecino que te separan de tu compañero de oficina durante una pandemia. Aún quedaban setenta y cuatro largos años para el milagrito zombie, amigo Disney, eso no tuviste los huevos de contarlo.
agosto 05, 2023
Percusión
La noche del 26 de octubre de 1721 hubo concierto. La Conserjería era el lugar más musical de París, más incluso que el teatro del Palais-Royale. Se oían rítmicas las humedades goteando por los sillares. Aullidos de presos sometidos al suplicio des brodequins. Crujidos de pulgares. Toda una Ionisation de Varèse oficiada ante el altar de la confesión, la reina de las pruebas. Papá Perrault llevaba muerto casi veinte años cuando Cartouche tenía apenas veintisiete. Se encontraba pocos días antes enderezando clavos en un burdel de La Courtille, una tarde extrañamente calurosa para lo avanzado que andaba el otoño, cuando fue apresado por los sabuesos del Duque de Orleans y conducido al Châtelet. Tras un fallido intento de fuga, el sujeto fue trasladado a la gran cárcel en la fecha indicada y condenado a morir en la rueda. A partir de ahí el concierto duró dos días. Con el habitual empeño de los jueces por explorar las capacidades percutivas de sus verdugos, le dieron el preceptivo tormento. Fue, sin duda, una brillante ejecución introductoria. Pero el verdadero recital de Cartouche iba a ser en la Grève a la mañana siguiente, un movimiento monumental a lo Bartók, aplicado sobre las teclas de sus huesos, un remedo del Gaspard de la Nuit, suplicio para cualquier ejecutante. Los apócrifos cuentan que en los tablones de la rueda montaron a otro reo, un solista voluntario ligerito de ropa, quizá devoto del bandolero, dispuesto a sustituirle en el aria de la agonía al son de los golpes de los sayones. Otros aseguran que el contrapunto del retentum libró a Cartouche del doloroso finale, cuya partitura contemplaba la amputación armónica de varios de los miembros antes aplastados. En las crónicas de La Regencia, Dumas describe con su habitual swing que en l’Hôtel-de-Ville, antes de palmar, delató a trescientos de sus secuaces, mínima sección para una orquesta que, en total, superaba los dos mil intérpretes. A Jean-Paul Belmondo tanta seriedad no le pareció en absoluto convincente.
julio 29, 2023
Precisamente en una telaraña
En su defensa diremos sin recato que papá Perrault fumaba más canutos milesios de la cuenta. No era el único que usaba psicotrópicos para sus fabulaciones. Aún recuerdo el glorioso cuadro snuff que se marcó Raúl Sánchez (tenéis que leer Sh00ter) sobre un farmacéutico que tenía secuestrada a una tipa, su mujer, decía, y la empujaba hasta el borde de la muerte con adolonta porque el muy cabrón lo que quería era follarse un cadáver. La vida son hilos y todos llevan de un autor declarado a otro autor silenciado, de un Goethe a un Novalis, un clamor obvio de hilos de seda de araña, piolines de araña madre que tiene muchísimo sueño en un rincón del taller de Louise Bourgeois, aún joven, esculpiendo carcajadas de espanto al cabo de diez minutos, con esa languidez propia de quien está a punto de extinguirse. Un hilo que sigue y no se extingue como, a su pesar, se extinguió la condesa Báthory, en sangrienta posesión, eso sí, de ese poder divino que es la dominación sexual, su futilidad babeliana, q. e. p. d. El hilo, finalmente, nos conduce hasta Sadie Plant y las cosas que lee en su despacho de Birmingham. Opicultora postmoderna, psiconauta cualificada, ciberfémina de éxito, en su currículo podemos encontrar los ovillos que nos faltan para terminar nuestras obras. Parece como si hubiéramos dormido cien años, mientras al otro lado del canal papá Perrault se ríe a lágrima viva en plena revisión de lo recién escrito. Teje su culpa precisamente en una telaraña cuya hebra cero nace de la frente de la Bella Durmiente, tensa, sin comba, hasta la lámpara del techo del salón del Marqués de Carabás, y luego otra del pulgar del pie izquierdo de Pulgarcito al pestillo de la puerta del baño donde Barba Azul suele aún masturbarse como un depredador al acecho, contemplando su macramé macabro, la laxitud pre-mortem, la maraña de hebras que parte del ombligo femenino. Cada uno de nosotros busca el beso de amor invertido que nos mantenga despiertos eternamente. Dicen las malas lenguas que el autor de Cenicienta se acostaba los martes con Petronio y los jueves con Apuleyo, puesto hasta la peluca de paté de oca y de cuentos de viejas. Pero ese capítulo, por pudor, ha sido eliminado de esta historia.
julio 22, 2023
Peter Pan
Las golondrinas son los espíritus de los niños muertos, niños muertos antes de que Peter Pan llegue a tiempo de salvarlos. Puisque la terre est ronde, mon amour t’en fais pas, mon amour t’en fais pas. La cerveza que bebe papá Perrault en la posada está tostada y luce espesa. Sobre la mesa, papeles grávidos dan buena cuenta de las gotas que rebosan los tragos del viejo. Un tintero portátil ha manchado ligeramente la madera, nada que no pueda perdonarse con unas monedas. Los siete niños duermen. A veces las gotas de cerveza o de tinta se confunden con manchas de sangre. Allí está Allison, esa copia de Lucía la Maga, gritando por las habitaciones, sacando de su viaje a Renton y los demás, a todos los yonkis del mundo, y el bebé, ya tirante, en su cuna. Allí está la infanta difunta, lenta, más que lenta, anteayer modelo de Velázquez y hoy golondrina al viento, fantasma de palacio, bailando por los salones de El Pardo, con Pulgarcito y con el gato, su depresiva pavana. Allí Walter Stephen Mattews y Phoebe Phelps bajo sus pequeñas lápidas, señalando linderos en Kensington Park. Cuánto trabajo, Peter, feliz sepulturero, de dos en dos, de siete en siete, Omayra, Aylan, María Goretti, Helena Blazusiakowna, momias 317a y 317b, los hijos de Goebbels, escolares en Soweto, hambrunas de Somalia, multitudes ingentes de niños perdidos para siempre y en el centro Chicho Ibáñez Serrador, el señor de las moscas, abroncándoles fuerte porque no se ríen lo suficiente en los primeros planos, mientras golpean como piñatas a los adultos de Almanzora.
julio 15, 2023
Palabrería
La jauría de las perras negras nos hostiga. En mails, en carteles publicitarios, en informes macroeconómicos de pega, en discursos de próceres variopintos y salvapatrias. A veces las perras, bla, bla, bla, son blancas, cariñosas y letales, te desmenuzan en leche caliente como una galleta tostarica y caes hecho una gacha contra la superficie líquida, salpicando. También pueden ser perras terribles, cantos de sirena y alas de arcángel. Basta con leer ciertos poemas de Guillermo Carnero. Otros canes verbales son blanditos, como tigres de felpa, perras tristes y gordas, pianos bajo la lluvia. A resguardo en una posada, Papá Perrault pergeñó su Marqués de Carabás en otro ataque de indecencia y lo dotó de un proverbial tancredismo: la palabrería de un gato, caleidoscopio de la meritocracia, bastaría para sanarle. Un minino que no hizo en su vida más que apuntarse de joven a un par de másters en la privada, agenciarse unas panama jack nuevecitas cuando tuvo ocasión y échale guindas al pavo que yo le echaré a la pava. La palabrería es lo contrario de la literatura, miau, o debería serlo. Con qué facilidad nos perdemos en los cañaverales de palabras. Aquí tenéis, majestad, un conejo silvestre, dos perdices, un faisán. Pero el rey, cansado de tanta cháchara, soltó a sus propios perros.
julio 11, 2023
Un ermitaño de jardín
Este es mi primera contribución al blog, que se ha hecho esperar como lluvia, soy Omduart, un placer dejar caer mi relatito por aquí.
El alma joven
Me llaman rico excéntrico. Esos pobres. Tan pobres que no pueden soñar. La imaginación está vacía si no tienes riqueza para hacerla real. Yo, en cambio, después de comprar todo lo que quiero he decidido adquirir algo más. Un ermitaño, un ermitaño de verdad viviendo en mi jardín. Hasta le he comprado unos trapos nuevos. Se los compré a un vagabundo por un dinero que le sirvió para comprarse seis piezas de ropa. Cada día me agrada más mi última adquisición. He poseído leones, tigres, delfines, los delfines me costaron más de lo que había imaginado, pero son hermosos y el tito siempre me convence. Poseí una casa del terror. Eso sí que fue una excentricidad. Gastaba centenares de euros en sangre falsa, gasolina para la motosierra y sueldos de psicópatas que disfrutan aterrorizando a mis amigos. Yo jamás entré, para mi era un tema de apuestas y voyerismo. Me encanta contemplar. Yo creo que he nacido para ello. Para gastar la fortuna familiar y contemplar todo aquello que adquiero. Que bonita la vida, y que grande que soy en lo mío. Cada día me agrada más mi última compra. Mi ermitaño estudió filosofía en la facultad. ¡Tiene el título y todo! Pero un día se volvió loco o algo, no me explico porqué querría nadie dejar su trabajo de catedrático siendo un pobre sin herencias decentes en espera. El filósofo es un ser raro, pero me entiendo con el mío. Me dice que el contemplamiento es una forma de meditación. Bueno el dice contemplación, pero es porque no tiene tanto estilo como yo, ni sabiduría y sobretodo no tiene dinero. A veces me paso la tarde hablando con él y contemplamos juntos el jardín. Les he dicho a los jardineros que hagan lo que él les pida. A mi ermitaño le gustan las plantas y la verdad es que está haciendo un gran trabajo con el jardín. Nos sentamos, él en su piedra grande de meditar y yo en mi butaca de lujo. Él toma bocanadas de aire fresco y yo gintonics. Él me habla del estoicismo, de sus maestros Buda y Diógenes y el valor de la vida y la materia. No sabe que está loco y solo le doy lo que se le da a los locos, el sí, el claro, el por supuesto. Siempre me da la razón cuando le digo que la vida contemplativa es la mejor vida, lo más lógico, lo más sano. Ayer me convenció por plantar algunas plantas carnívoras. Dice que ver una planta devorar vida es algo bello y que provoca reflexión instantánea. Me gusta ver cómo comen moscas las carnívoras, pero me decepcionó amargamente que solo coman una al día como mucho. Menos mal que tengo toda la casa por dentro y por fuera llena de cámaras grabando las veinticuatro horas del día, y así le digo a Rodrigo el vigilante que me guarde las escenas más interesantes. Rodrigo me pasó un vídeo de mi ermitaño sentado en pelotas viendo atentamente como cae una gota de rocío en una hoja hasta el suelo. Es fascinante mi andrajoso ermitaño. Una de las tardes de conversación, mi sucio filósofo me habló del tarot. Me dijo que desde la carta que lo representa se puede llegar a la última de los arcanos mayores, el Mundo. Algo así como que desde la sabiduría se puede comprender todo, no sé. Le pregunté en cuál me encontraba yo y me dijo que el mago tanteando el emperador. No entiendo su razonamiento, está claro que soy el Emperador, el rey. Está loco, yo le digo que tiene más de el Loco que de Ermitaño. Él se ríe, yo me río, él respira profundamente y yo apuro mi gintonic. Cada cual en su mundo tiene todo lo que quiere aunque él ignora todo de lo que yo gozo sin que pueda ni imaginarse todas las riquezas que poseo. No sé si me cansaré algún día de tenerlo por ahí en mi jardín, pero por ahora es fantástico, muy grato poder ver sus locuras de pobre cada día mientras me tomo una copa.
El ermitaño
Nunca pensé que acabaría viviendo en el jardín de una alma joven, pero si bien es cierto tiene sus convenientes. No me manca de nada material y cada día tengo la oportunidad de aprender sobre el rebaño paseante sin renunciar a mi maestra la soledad y la majestuosa naturaleza. Qué fácil es tenerlo todo como dios quiere, jamás sospeché que un hombre que un capricornio pudiera aprender sin explorar el mundo desde la pobreza material. Y quizá me equivoque, al menos, la invitación que me da a ocupar su jardín deja la veda abierta. Hoy, después de vivir una muerte en vida como solo un ser de mi sol en noviembre puede comprender en profundidad, Dios me ha hecho un hermoso regalo. Ocurrió mientras meditaba, mi mente ascendía libre abandonando mi cuerpo. El alma se expandía manteniendo el lazo mente/cuerpo y sentía el sufrimiento de la división, el amor de la unión, el gran dolor. Regresó todo a mi porción de Dios y caí de espaldas contra la tierra. Observé el cielo unos siempre relativos instantes y luego lo vi. Un escorpión saliendo de debajo de una piedra, acercándose a mí, quedándose quieto, delante de mis ojos, contra toda lógica biológica y en pleno fulgor espiritual, como una presencia física de la gran divinidad. El escorpión continuó su camino sin prisas sabiéndose en casa y arropado por El manto. El sol siempre está detrás de una nube. El sol, mi sol, permanece opacado. Toda la energía que irradia permite atravesar las nubes y demostrar su existencia e incluso iluminar, dar vida a su alrededor, aunque permanezca oculto. Sin embargo en ese esconderse erradica mi gran dolor, mi falta de. Entre tanto el alma joven sigue cruzando el jardín con su copa permanentemente pegada a su mano. Le llamaré el As de copas, nadie está tan cerca de ella. Es más, el As de copas es el que descubre por vez primera la generosidad y el gran beneficio de proveer. As de copas, gracias, espero que mi presencia acompañe tu crecimiento como la tuya acompaña la mía. Una mañana hermosa, una caca interesante. Acabo de dejar salir un excremento granuloso que se ha amontonado en forma de montaña. Se puede observar pepitas varias de mi dieta a base de frutos. Me impresiona el poco tiempo que tardan las moscas en localizar su botín. Todos damos, todos recibimos. El As de copas me ha sugerido que debería ser más atento con sus necesidades. Yo le dije, señor, estamos aquí para servirnos, mientras le llenaba la copa de ginebra; señor, venimos a descubrir misterios, a cruzar a Maya y ver lo que nos queda en conocimiento de su existencia y en el profundo desconocimiento de su forma. Respire, señor, aspire conmigo el aire que llenará su cuerpo de las experiencias del mundo, el camino del loco continúa a cada artilugio nuevo que descubre, cada acto mágico que aprende. Caminemos, señor.
julio 08, 2023
Pizarnik
Cuando Barba Azul se topó con Erzébet Báthory, se enamoraron sin remedio. Alejandra tenía entonces once años, once meses y once días. Pensó en comerse todas las galletas que había en el bote mientras leía a papá Perrault, pero a última hora se vio gorda en el espejo. Por las venas de estos castillos, sentenció su abuela desde una fosa común al norte de los Cárpatos, corre la sangre como en un saludable deshielo, así que guárdate de los idus de marzo. Era habitual en Alejandra escuchar voces de muertos e interpretó con inocencia que no debía ir, oh, peregrina, a Roma. Una mañana de junio hizo de tripas corazón, lleno su vieja mochila con libros de Sartre y se embarcó en un transatlántico, pasaje de tercera, hacia París. Llevaba, eso sí, Cruz de Malta como para sobornar a todo el personal de la embajada argentina. En París escribió algunos poemas a la luz de velas verdes, folló con desconocidos en buhardillas, entre el humo y el jazz, leyó a la Duras sentada en una cafetería de la rue du Cherche-Midi, nada menos que la rue du Cherche-Midi, se ganó también algunos buenos amigos. Cuando regresó a Buenos Aires consumió más secobarbital de la cuenta durante años, hasta que un señor alto y con barba la quiso inútilmente con vida. En los deshielos de sangre todo es jaula para las almas dolientes, abuela. Donde hubo una muchacha hay un cadáver.
julio 06, 2023
Todo llega
TODO LLEGA
julio 01, 2023
Procrastinar
Procrastinar es deporte nacional. Como lo de los huesos de aceituna, pasar farlopa o leer a Pérez-Reverte. Increíble todo lo solemne que tengo aún por escribir y aquí me tienes, escribiendo en círculos, a pasos cortos, venecianísimo, eso sí, como a mí me gusta, en fin, literatura. Algo hemos avanzado desde que papá Perrault entró en nuestras vidas, algo se ha descalcificado. En torno a Caperucita, el bosque y el lobo se ha perdido el tiempo que buscábamos, el tiempo de Proust, el tiempo de Momo, el tiempo de Hawking. A lo mejor para encontrarnos hay que prescindir del tiempo, revolcarnos en la física cuántica. A lo mejor hay que tirarse como Cooper en un agujero negro y ceder el control al amor, sobre todo al amor propio, entrar con fe en teseractos imposibles y conocer a tu yo anciano, a punto de palmar por una insuficiencia renal severa, ya sin tiempo para leer lo último de don Arturo, pasar farlopa en el barrio y olivica comía, huesecico al suelo. Ese era mi sueño, Hans, le comentó en un aparte la Chastain al Zimmer, una vida a la española, para que tú me entiendas sin preludios ni fugas, sin forma sonata, sin pavanas ni zortzikos ni menuets. Hans apuró con lentitud su cerveza, ya sin tiempo, y sentenció atemorizado: yo estuve allí, Jessica, una vez fui teclista de Mecano.
Periplo del [meta]héroe
Monomito abajo solo hay sombríos intrarquetipos. Lo descubrí una mañana sin sol pero también sin nubes, una de esas mañanas anodinas como l...
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El affaire empezó mientras Ravel leía a Barnes. Canturreaba una melodía pentatónica, todavía blandita y sin forjar, cuando por la página 42...
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Para que bailen los osos hay que cantar a media voz. Ni muy fuerte ni muy flojo. Si quieres seguir con vida mantente de pie, esgrime tu gar...
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No os lo había contado hasta ahora, pero ya no puedo retrasarlo más. Como autor omnisciente que soy, he de deciros que Papá Perrault tenía ...